Hay un antes y un después en la historia de las políticas migratorias europeas y se remonta a este 10 de abril de 2024: la Cámara Europea dio luz verde definitiva al nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, culminando un trabajo que, en realidad, duró diez años.
    La Comisión de la UE dirigida por Ursula von der Leyen cierra su mandato trayendo a casa uno de los expedientes cruciales de esta legislatura. Las políticas migratorias, a lo largo de los años, han dividido a los países miembros, fisurando a los gobiernos y destrozado las alianzas.
    Y la votación sobre el nuevo Pacto no fue diferente. La Fdi (Hermanos de Italia, el partido de la premieer Giorgia Meloni) votó "sí" a gran parte del paquete, en línea con el gobierno, pero en desacuerdo con los conservadores y reformistas y a diferencia de sus aliados: FI (Forza Italia, FI, el partido del fallecido Silvio Berlusconi), totalmente a favor, y la Liga, del vice-premier Matteo Salvini, en contra de más de la mitad de los textos y lejos de la posición del ministro del Interior, Matteo Piantedosi.
    La votación duró una hora y estuvo precedida por una estela de suspenso, alimentada sobre todo por la disidencia dentro de los socialistas: la delegación francesa, pero sobre todo el Partido Demócrata (PD), anunciaron su voto en contra. Para los demócratas, la única excepción fue el reglamento sobre la gestión del asilo y la migración, que incluye el mecanismo de solidaridad. Por lo demás, el Pacto sobre Migración y Asilo vio el claro rechazo de esa fuerza.
    "El compromiso alcanzado no va más allá del sistema de Dublín, no alivia la carga de los países de primera entrada y se basa fuertemente en un enfoque de seguridad", protestaron los eurodiputados demócratas.
    En definitiva, el nuevo Pacto busca responder a una necesidad fundamental: dotar de reglas únicas en toda Europa, dado que hasta ahora no ha sido así. En el centro de la reforma está el equilibrio entre responsabilidad (por parte de los países de primera llegada) y solidaridad (por parte de los demás). Ya basta de un sistema disfuncional que colocaba toda la carga del control en los estados fronterizos, en el Mediterráneo, pero no solo eso, pues luego permitía que los inmigrantes se dispersaran por toda la UE, creando el odioso fenómeno de los movimientos secundarios (a menudo de personas que huyen sin documentos), una fuente de tensión entre países y de inseguridad para los propios migrantes.
    A partir de ahora, la nación de primera llegada tendrá que recoger la solicitud de asilo, gestionar rápidamente a la persona y el caso, pero podrá contar con la ayuda de otros, ya sea en términos de reubicación o de contribuciones financieras.
    Pero, sobre todo, aquellos que lleguen de una parte del mundo que no sea tan desastrosa y no tenga derecho a la protección de la UE serán repatriados rápidamente. O al menos esa es la idea.
    La aplicación de las nuevas normas, que son muy complicadas a nivel técnico, será ahora crucial. Los 27 países miembros tendrán dos años para hacerlo.
    Von der Leyen aseguró a los países de primera entrada, como Italia, que a partir de ahora "ya no estarán solos" ante los desafíos que plantea la inmigración. "La mejor Europa es la Europa que avanza unida", subrayó. "Es un día histórico", repitió la presidenta de la Cámara Europea, Roberta Metsola. En el lado opuesto, sin embargo, el húngaro Viktor Orban, que junto con la Polonia soberanista había votado en contra del Pacto, se expresó tajante: "La unidad está muerta, las fronteras seguras ya no están ahí, es otro clavo en el ataúd de la Unión Europea", tronó el líder húngaro.
    En Italia, dos miembros destacados del gobierno aplaudieron la votación. "El Pacto tiene en cuenta nuestras necesidades", subrayó Piantedosi. "Es el mejor compromiso posible, Italia tuvo un papel importante al igual que el PPE (populares)", comentó el ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani. Sin embargo, solo FI votó con convicción a favor de todo el paquete.
    FdI se expresó a favor con ocho de diez votos, aportando una contribución importante a los dos textos más en juego: la gestión de las crisis migratorias y el procedimiento de repatriación, ambos con la oposición de los demócratas y del M5S.
    El Pacto "empeora las cargas que soportan los países originarios como el nuestro. Nosotros nos opusimos, Meloni y sus asociados se inclinan, votan sin ningún orden particular y se dividen", comentó Giuseppe Conte -voz y líder del M5S- en las redes sociales.
   

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