Apenas dieciséis kilómetros, nueve millas náuticas, separan la isla griega de Quíos de la costa turca. Una estrecha franja de mar que, para muchos inmigrantes que esperan en las playas de Anatolia, supone el único paso posible para llegar a Europa.
La travesía de tres hermanas afganas de 5, 7 y 10 años por el mar Egeo se vio interrumpida en un acantilado de la isla, donde las autoridades encontraron sus cadáveres, víctimas de un nuevo naufragio que sacude las conciencias de Europa el día en que el Parlamento lanzó el nuevo pacto sobre inmigración y asilo.
Las fotografías difundidas por los medios muestran el bote destrozado en el que viajaba la familia de las niñas, arrojado por las olas contra el acantilado al que solo se puede acceder desde el mar. Luego la tragedia de siempre: el traslado de los cuerpos de las hermanas, envueltos en bolsas negras, al hospital de Quíos para la autopsia. La primera en dar la alarma sobre las niñas desaparecidas fue su madre, que sobrevivió a la travesía.
Así lo dijo la Guardia Costera, que comentó que la familia viajaba en un bote que se hundió en la costa noreste de la isla con 22 personas, en la zona de Parpanda Kardamylon.
En la embarcación viajaban principalmente familias.
Diecinueve personas fueron rescatadas por las autoridades, entre ellas cuatro mujeres y ocho menores. Fueron trasladados al punto crítico de la isla, con la excepción de una mujer y dos niños que necesitaron tratamiento en el hospital de Quíos, pero cuyas condiciones siguen fuera de peligro.
Los que partieron en el barco improvisado eran todos afganos, excepto un hombre originario de Kuwait, explicó a ANSA un portavoz de la Guardia Costera. Las investigaciones en curso pretenden esclarecer la dinámica del accidente: la alarma saltó a primeras horas de esta mañana, cuando las autoridades identificaron a tres supervivientes que caminaban por una carretera para llegar a la capital de la isla y les indicaron la zona del naufragio, lo que provocó que la Guardia Costera comenzara sus operaciones. Según Ert News, los hombres declararon que habían llegado a tierra hace al menos un día.
Ante la noticia de una nueva tragedia, un grupo de vecinos se reunió esta tarde en la plaza Vounakeio, en la capital de la isla, para protestar contra las políticas migratorias de Grecia.
"Este naufragio no es un accidente, sino el resultado de una actuación criminal que ha transformado el Egeo en un mar de muertes", denunció en un comunicado la asociación de profesores de Quíos. Desde principios de año, más de 11.300 personas han desembarcado en las islas griegas, según datos publicados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados: una cifra destinada a aumentar con la llegada del verano y, con él, el riesgo de nuevos naufragios.
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