Desde el G20, Brasil lanzó un ataque contra los ricos mundiales, proponiendo impuestos progresivos para afrontar el hambre y la pobreza en el mundo.
Un gravamen fiscal del 5% sobre los patrimonios de los súper-ricos de los 20 países más industrializados -estima un estudio de Oxfam- permitiría recaudar 1,5 billones de dólares al año.
Una montaña de dinero, suficiente para acabar con la escasez de alimentos, ayudar a los países de renta baja y media a adaptarse al cambio climático y centrar los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, con un excedente de más de 546.000 millones de dólares para invertir en servicios, políticas públicas y acción por el clima.
El mismo informe destacó que alrededor del 75% de los millonarios del G20 están a favor de aumentar los impuestos sobre la riqueza y más del 50% cree que las concentraciones extremas representan "una amenaza para la democracia".
Pero la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza -una prioridad apreciada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva- prevé también una propuesta basada en tres pilares: un fondo de 79 mil millones de dólares al año (en línea con las proyecciones del Banco Mundial para un fuerte impacto); a lo que se suma el llamado "canje de deuda", con un intercambio de deuda por inversiones en países más pobres, y mejores condiciones de acceso al crédito y a los financiamientos.
Y aunque el foro "no es ejecutivo", advirtió un sherpa de la presidencia, "el consenso alcanzado en esta mesa", la única que reúne a Occidente y al Sur global, puede, sin embargo, aplicarse a través de políticas nacionales y de organismos multilaterales.
Por otro lado, advirtió la ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, "existe un enorme riesgo de inestabilidad geopolítica y de inflación global que se deriva precisamente de la carencia de alimentos a precios asequibles para los más pobres del mundo. Un riesgo causado por el cambio climático, que se resolverá lo antes posible".
En vísperas del evento, que se abrirá mañana en San Pablo -con la participación del ministro italiano, Giancarlo Giorgetti, y el gobernador del Banco de Italia, Fabio Panetta, continúan las negociaciones sobre la declaración final- en el centro de presiones cruzadas.
"Será más breve de lo habitual", explicaron fuentes conocedoras del expediente y dejará de lado la geopolítica, para evitar divisiones, haciendo sólo una referencia genérica a los riesgos derivados de los conflictos y la fragmentación global.
La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, también en la ciudad para celebrar el bicentenario de las relaciones con Brasil, ya anunció que hablará en la reunión sobre la agresión de Moscú en Ucrania y la crisis en Medio Oriente.
"Los activos rusos congelados en Occidente deberían utilizarse para crear valor para Ucrania", afirmó. Y el emisario de Moscú, Anton Siluanov, después de una reunión con sus colegas de los Brics, se prepara para responder de la misma manera.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA