Por eso "abriré una puerta santa en la prisión", recuerda el Sumo Francisco en la histórica sala Giulio Cesare del Campidoglio (sede del gobierno comunal) este lunes. El Papa fue al corazón de su ciudad para hablar del Año Santo, pero también para reiterar que Roma debe mantener su vocación de ser una ciudad abierta y acogedora, "al servicio de la caridad, al servicio de la acogida y de la hospitalidad de los turistas, los inmigrantes, los que se encuentran en graves dificultades, los más pobres, los solitarios, los enfermos, los presos, los excluidos, que ellos sean los testigos más fieles de este espíritu", dijo.
"La autoridad es plenamente tal cuando se pone al servicio de todos, cuando utiliza su poder legítimo para satisfacer las necesidades de los ciudadanos y, en particular, de los más débiles, de los últimos", añadió el Papa, esperando que Roma pueda seguir "mostrando su verdadero rostro, un rostro acogedor, hospitalario, generoso, noble".
El papa argentino, Jorge Bergoglio, reiteró su atención a los suburbios: "Me gusta ir a visitar las parroquias de la periferia, para que sientan que el obispo está cerca de ellos.
Es muy fácil estar cerca del centro, yo estoy en el centro, pero ir a visitar los suburbios representa la presencia del obispo allí".
Luego ese mensaje que va más allá de las murallas de la ciudad. Recordando cuando Roma decidió abolir la esclavitud, el Papa subrayó: "incluso las civilizaciones refinadas pueden presentar elementos culturales tan arraigados en la mentalidad de las personas y de toda la sociedad que ya no se perciben como contrarios a la dignidad del ser humano".
Esto ocurre incluso hoy en día, cuando, casi inconscientemente, corremos a veces el riesgo de ser selectivos y parciales en la defensa de la dignidad humana, marginando o descartando a determinadas categorías de personas, que acaban encontrándose sin la protección adecuada".
El alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, recibió con gran calidez al Papa Francisco. Lo primero que hicieron juntos fue contemplar la espléndida vista del Foro Imperial. "Roma es única", dijo más tarde Francisco en su discurso.
Gualtieri, por su parte, se prepara para abrir las puertas a más de treinta millones de peregrinos: "El Jubileo, estoy seguro, hará que Roma sea mejor", afirmó el alcalde.
"La dimensión universal de Roma -añadió- representa una riqueza extraordinaria para la ciudad, ya que nos estimula a tener un debate global sobre las mejores soluciones para garantizar un futuro próspero y pacífico para las nuevas generaciones".
Mientras tanto, con motivo de la visita, la ciudad de Roma "donó" al Papa dos iniciativas sociales: "Una nueva residencia para ancianos, en una propiedad confiscada a la delincuencia en el barrio Ostiense", explicó el alcalde. A ello se suma "un proyecto de formación e inserción laboral dirigido a personas privadas de libertad en la prisión de Rebibbia", acotó el jefe de gobierno.
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