"Les insto a que sigan apoyando a nuestros hermanos y hermanas necesitados, con competencia, generosidad y dedicación, especialmente en una época en la que el racismo y el desprecio crecen como la cizaña". Así se dirigió el papa Francisco a 8.000 voluntarios de la Cruz Roja Italiana, recibidos en audiencia en el Aula Pablo VI con motivo del 160 aniversario de su fundación.
"Hoy, como ayer -subrayó el Pontífice-, su presencia es eficaz y preciosa, especialmente en todos aquellos contextos en los que el estruendo de las armas ahoga el grito del pueblo, su anhelo de paz y su deseo de futuro".
Por ello, en su discurso, el Papa quiso expresar a la Cruz Roja "tanta gratitud por el servicio que presta en los contexto bélicos y por la ayuda que cada día presta a quien tiene necesidad en múltiples situaciones de emergencia".
Y, según Francisco, "su empeño, inspirado en los principios de humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad, es también signo visible de que la fraternidad es posible".
El pontifice exhortó a colocar "en el centro a la persona" y a "dialogar, trabajar juntos por el bien común, yendo más allá de las divisiones, derribando los muros de la enemistad, superando las lógicas del interés y del poder que ciegan y hacen al otro un enemigo".
Además, "para el creyente cada persona es sagrada. Cada criatura humana es amada por Dios y, por esto, portadora de derechos inalienables". "Animados por esta convicción, tantas personas de buena voluntad se encuentran, reconociendo el valor supremo de la vida y, por consiguiente, la necesidad de defender, sobre todo, a los más vulnerables", dijo.
Y aquí Bergoglio quiso hacer un inciso: "muchos niños de la guerra de Ucrania han llegado a Italia. ¿Saben una cosa? Estos niños no sonríen, han olvidado la capacidad de sonreír. Esto es terrible. Pensémoslo".
"Al agradecerles por su insustituible servicio en las zonas de conflicto y en las zonas afectadas por catástrofes medioambientales, en el ámbito de la educación y de la salud, así como por lo que hacen en favor de los inmigrantes, los últimos y más vulnerables, quiero animarlos a continuar en esta gran obra de caridad que abraza a Italia y al mundo", añadió.
Francisco deseó que la Cruz Roja "sea siempre un símbolo elocuente de un amor a nuestros hermanos que no tiene fronteras, ya sean geográficas, culturales, sociales, económicas o religiosas. No es casualidad que el lema que ha elegido para celebrar el 160º aniversario es 'En cualquier lugar y para cualquiera'".
"Necesitamos globalizar la solidaridad", concluyó el pontífice: y para ello, "necesitamos normas que garanticen los derechos humanos en todos los lugares, prácticas que alimenten la cultura del encuentro y personas capaces de mirar el mundo con una perspectiva amplia". Y la invitación final fue a "ser instrumentos de fraternidad y de paz, protagonistas de la caridad y constructores de un mundo fraterno y solidario".
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