"Escuchemos entonces, en esta Cuaresma, la voz del Señor que no se cansa de repetirnos: entra en el secreto, vuelve al corazón. Es una invitación saludable, para nosotros que vivimos a menudo en la superficie, que nos agitamos para hacernos notar, que siempre tenemos necesidad de ser admirados y apreciados, y sin darnos cuenta -dijo el Papa en la homilía de la misa del Miércoles de Ceniza en Santa Sabina-, nos encontramos ya sin un lugar secreto donde detenernos y protegernos, inmersos en un mundo en el que todo, incluso las emociones y los sentimientos más íntimos, deben volverse "sociales".
Pero. Cómo puede ser social lo que no fluye del corazón?.
Hasta las experiencias más trágicas y dolorosas corren el riesgo de no tener un secreto lugar para custodiarlas: todo debe estar expuesto, ostentoso, entregado a la charla del momento. Y aquí el Señor nos dice: entra en el secreto, vuelve al centro de ti mismo", concluyó el Papa.
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