(ANSA) CIUDAD DEL VATICANO - "Ante tantas guerras, no cerremos el corazón a los necesitados. Que la oración, el ayuno y la limosna sean el camino para construir la paz", pidió hoy el Papa Francisco durante la audiencia general en el Vaticano, al saludar a los peregrinos polacos.
El Pontífice les recordó a los peregrinos llegados de Polonia que "con motivo del inicio de la Cuaresma, hoy se está celebrando en todas las iglesias de su país una recaudación de fondos para ayudar a Ucrania", y les pidió ser generosos.
El recordar el inicio de la Cuaresma, Francisco pidió "aprovechar este tiempo como una oportunidad de conversión y de renovación, en la escucha de la palabra de Dios y en el cuidado de nuestros hermanos y hermanas que estén en gran necesidad".
"Y aquí no olvidemos nunca a la Ucrania atormentada. Y a Palestina, a Israel, que tanto sufren. Oremos por estos hermanos y hermanas que sufren por la guerra, sigamos intensificando la oración, especialmente por la paz en el mundo", concluyó el Papa.
Durante la audiencia general, el Pontífice continuó sus catequesis sobre los vicios y las virtudes y habló de la pereza, un "demonio" que "quiere destruir esta simple alegría del aquí y ahora, este grato asombro por la realidad; quiere hacerte creer que todo es en vano, que nada tiene sentido, que no vale la pena preocuparse por nada ni nadie".
"Los lectores contemporáneos vislumbran en estas descripciones algo que recuerda mucho al mal de la depresión - prosiguió el Papa Francisco -, tanto desde el punto de vista psicológico como filosófico. De hecho, para quien está presa de la pereza, la vida pierde significado, orar es aburrido, cada batalla parece sin sentido".
Incluso si en nuestra juventud teníamos pasiones, ahora parecen ilógicas, sueños que no nos han hecho felices. Entonces nos dejamos llevar y la distracción, el no pensar, aparecen como las únicas salidas. Quedarnos aturdidos, tener la mente completamente vacía, un poco como morir antes", agregó.
Francisco recordó que "en la vida encontramos gente que es perezosa" y pensamos que "esto es aburrido y no nos gusta estar con él, tiene una actitud que te contagia, el aburrimiento. Esto es la pereza".
El remedio, concluyó el Papa, es preservar "esa fe que permanece en el corazón, como las brasas permanecen bajo las cenizas".
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