En el Mensaje por la Cuaresma 2024 sobre el tema "A través del desierto, Dios nos guía a la libertad", el Papa apunta su dedo contra "un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro", y lo define "un dominio que nos convierte en extenuados e insensibles". .
"La tierra, el aire y el agua están contaminadas, pero también las almas están contaminadas", dice Francisco. De hecho, "si bien con el bautismo nuestra liberación comenzó, permanece en nosotros una inexplicable nostalgia por la esclavitud. Es como una atracción hacia la seguridad de las cosas ya vistas, a expensas de la libertad". Y es también una dura acusación contra el marco socio-económico -calificado como "el dominio del Faraón"- y contra los "ídolos" de los cuales los individuos se dejan poseer. Este documento papal que, por otra parte describe la Cuaresma como el momento de la "conversión" y de la "libertad", está en contra de las actuales formas de "esclavitud".
"Incluso hoy el grito de tantos hermanos y hermanas llega al cielo -advierte-. Preguntémonos: llega también a nosotros? Nos sacude? Nos conmueve?".
Y es también un "déficit de esperanza" lo que denuncia el Papa: "De lo contrario, sería imposible explicar por qué la humanidad ha alcanzado el umbral de la hermandad universal y los niveles de desarrollo científico, técnico, cultural y legal capaz de garantizar la dignidad de todos y tropieza, sin embargo, con la oscuridad de las desigualdades y conflictos ".
Para Francisco, "más temibles que el Faraón son los ídolos", avisa. "Poder todo. Ser reconocido por todos, tener lo mejor de todo" -enumera-, cada ser humano se da cuenta de la seducción de esta mentira dentro de sí. Es un viejo camino. Podemos aferrarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición a una tradición, hasta a algunas personas".
Y, "en cambio de movernos, nos paralizan. En vez de encontrarnos, nos contraponen", expresa. "Existe una nueva humanidad -sugiere-, el pueblo de los pequeños y los humildes que no cedieron a la fascinación de la mentira. Mientras los ídolos convierten en mudos, ciegos, sordos, inmóviles a aquellos que les sirven, los pobres de espíritu son abiertos y listos: una silenciosa fuerza de bien que cuida y sostiene al mundo".
Para el pontífice, la Cuaresma es un tiempo en el cual se debe "desacelerar y parar", en el que "la plegaria, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de evaluación".
La invitación es hasta las comunidades cristianas a "ofrecer a lo propios fieles en repensar los estilos de vida", a "decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, capaces de modificar la cotidianeidad de las personas y la vida de un barrio, las costumbres adquiridas, el cuidado de la creación, la inclusión de quien no es visto o es despreciado".
El Papa indica asimismo "el vislumbrar una nueva esperanza" en las mismas palabras que dirigió el verano pasado a los jóvenes en Lisboa: "Estamos observando una tercera guerra mundial en partes. Pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía, más bien en un parto, no al fin sino al comienzo de un gran espectáculo".
El mensaje fue presentado hoy por el cardenal Michael Czerny, prefecto para el Desarrollo Humanos e Integral, por don Andrea Cavalini de la diócesis de Roma, por el artista urbano Maupal (cuyo nombre es Mauro Pallotta), del "Super Pope", comprometido en la campaña vaticana de la Cuaresma.
A subrayar el significado social del Mensaje, la docente de la Gregoriana, Emilia Palladino: "Las desigualdades sociales hoy presentes son abominables, no se trata solo de la distancia en términos económicos entre quienes tienen y quienes no, sino además de la negación de la dignidad humana y de los derechos humanos fundamentales para enteras porciones de la humanidad mantenidas en la esclavitud".
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aclaran que tres personas de cada diez no tienen acceso a los servicios sanitarios esenciales, y para la lInternational Labour Office (ILO) 152 millones de niños y adolescentes son víctimas del trabajo infantil. De acuerdo con un informe de la ONU, 28 millones de personas están obligadas al trabajo forzado y 22 millones al matrimonio forzado, "sin hablar de la trata de seres humanos de la que casi diariamente tenemos noticia".
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