"Es una gran responsabilidad que la Iglesia les confía, porque afecta fuertemente a la vida de las personas y de las familias", dijo el Pontífice, quien recordó que la reforma pretende favorecer los juicios rápidos y no la nulidad de las uniones.
"Como bien saben por su experiencia, la tarea de juzgar muchas veces no es fácil. Alcanzar la certeza moral sobre la nulidad, superando en el caso concreto la presunción de validez, implica completar un discernimiento al que está sujeto todo el proceso, especialmente la investigación preliminar", dijo.
"Debemos afrontar esta tarea con valentía y claridad, pero, ante todo, es decisivo contar con la luz y la fuerza del Espíritu Santo", subrayó.
"Sin oración no se puede ser juez", advirtió.
"Si alguien no reza, por favor dimita... es lo mejor", agregó.
"Recordemos siempre esto - insistió el Pontífice -: el discernimiento se hace 'de rodillas', y un juez que no sabe ponerse de rodillas, más vale que renuncie. Se hace de rodillas, implorando el don de Espíritu Santo: solo así se pueden llegar a decisiones que tiendan al bien de las personas y de toda la comunidad eclesial".
Según el Papa, "la objetividad del discernimiento judicial requiere entonces estar libres de cualquier prejuicio, tanto a favor como en contra de la declaración de nulidad. Esto implica liberarnos tanto del rigorismo de quienes exigen una certeza absoluta como de una actitud inspirada por la falsa creencia de que la mejor respuesta es siempre la nada".
Además, sostuvo, "el discernimiento del juez requiere dos grandes virtudes: la prudencia y la justicia, que deben estar informadas por la caridad".
Para el Pontífice, "el discernimiento sobre la validez del vínculo es una operación compleja, respecto de la cual no debemos olvidar que la interpretación del derecho eclesiástico debe hacerse a la luz de la verdad sobre el matrimonio indisoluble, verdad que la Iglesia preserva como verdad y se difunde en su predicación y en su misión".
Y volvió a reiterar: "la oración del juez es esencial para su tarea. Si un juez no ora, o no puede orar, es mejor que se vaya a hacer otro trabajo".
Finalmente, Francisco recordó que "el discernimiento sobre la nulidad está sostenido y garantizado por su carácter sinodal.
Cuando el tribunal es colegiado, como ocurre habitualmente, o cuando hay un juez único, pero consulta a los responsables, el discernimiento se realiza en un clima de diálogo o discusión, en el que la franqueza y la escucha mutua sean fundamentales para una búsqueda común de la verdad".
"A ustedes, queridos auditores prelados, les corresponde una responsabilidad especial al juzgar: por eso les recomiendo la docilidad al Espíritu Santo y la disponibilidad a ser operadores de justicia en todas las circunstancias", expresó.
"Por favor, no se olviden: ¡Oren por mí, porque este trabajo no es fácil! ¡A veces es divertido, pero no es fácil!", concluyó.
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