"Con todo respeto por Su Santidad, nosotros no tenemos necesidad de mediadores, nosotros tenemos necesidad de una paz justa", dijo Zelensky tras cuarenta minutos de un cara a cara con el Papa Francisco, al que invitó a Kiev.
Si alguna vez existe un plan de paz es solo el "ucraniano", él mismo pidió al Papa "unirse a su aplicación". Las declaraciones de Zelensky marcan una distancia que parece insalvable con la diplomacia vaticana que deseaba llevar a las dos partes, Ucrania y Rusia, a sentarse a la misma mesa.
El líder ucraniano remarca que pidió al Papa "condenar los crímenes rusos en Ucrania, porque no puede existir igualdad entre la víctima y el agresor".
Solo los más optimistas esperaban hoy en el Vaticano una apertura del proceso de paz o algún espiral al menos para un alto el fuego, pero pocos quizás imaginaban un cierre a cualquier "camino de encuentro o sendero de diálogo hacia la paz" sobre el cual el Papa había insistido un par de horas antes de reunirse con el presidente ucraniano.
También en las comunicaciones del Vaticano, al fin de la reunión, la palabra "paz" se desliza a un segundo plano. "El Papa subrayó, en particular, la necesidad urgente de gestos de humanidad en relación a las personas más frágiles, víctimas inocentes del conflicto", refirió el vocero Matteo Bruni sobre el coloquio a puertas cerradas.
El único resultado alcanzado hoy es justamente en el frente humanitario, o bien el compromiso asumido por el Papa para con los niños deportados. "Debemos realizar cada esfuerzo para traerlos a casa", concordó con el presidente ucraniano.
Las diferencias entre el Papa y Zelensky se notaron ya en el intercambio de obsequios: Francisco regaló un ramo de olivo en bronce, símbolo de la paz. El presidente ucraniano correspondió con una placa decorada extraída de un chaleco antiproyectil.
Francisco lo recibió con el piquete de honor de la Guardia Suiza. Zelensky llegó, como por lo demás hizo en el encuentro con la premier Giorgia Meloni y el presidente de la República, Sergio Mattarella, en uniforme militar.
Cierto se trasluce además una cierta emoción en aquel gesto del presidente ucraniano que lleva la mano al corazón cuando ve al anciano Papa que lo espera de pie en la puerta.
Empero, cuando se sienta a la mesa del diálogo saca dos carpetas escritas quizás para aprovechar mejor la ocasión del coloquio, sin olvidar nada.
La jornada de Zelensky comenzó en el Quirinale con Mattarella. "Reconfirmo el pleno apoyo de Italia a Ucrania en el plano de las ayudas militares, financieras, humanitarias, y de la reconstrucción, en el breve y largo plazo. Están en juego no solo la independencia y la integridad territorial de Ucrania, sino también la libertad de los pueblos y el orden internacional", la certeza del jefe de Estado.
Luego la etapa en Palazzo Chigi, donde se confirmó la gran sintonía entre la premier y el presidente ucraniano.
"Continuaremos proporcionando apoyo, incluso militar, para que Ucrania pueda llegar a las negociaciones con una posición sólida. Esto es importante porque a la paz no se puede llegar con una posición de rendición", expresó Meloni.
Una promesa con la que Zelensky puede dejar Roma satisfecho.
Apenas aterrizado en Italia, por otro lado, había remarcado que su objetivo es la "victoria" más que la apertura de un difícil, pero "urgente", para usar la palabra del Papa, camino hacia la paz.
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