(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO, 13 MAG - "No estoy dispuesto a
hablar con Putin, un pequeño líder que mata incluso a su gente",
la solución para Ucrania "es la contraofensiva: cuando nos
hallemos en el confín con Crimea, el apoyo a Putin en lo interno
de Rusia disminuirá y él deberá buscar una vía de escape. Falta
poco",
Pocas palabras pero claras las del presidente ucraniano,
Volodimir Zelensky, que reafirman la voluntad de hallar una "paz
justa para Ucrania", pero cierran la puerta, por el momento, a
cualquier mediación. También aquella que agotadoramente desde
hace más de catorce meses busca llevar adelante el Vaticano.
"Con todo respeto por Su Santidad, nosotros no tenemos
necesidad de mediadores, nosotros tenemos necesidad de una paz
justa", dijo Zelensky tras cuarenta minutos de un cara a cara
con el Papa Francisco, al que invitó a Kiev.
Si alguna vez existe un plan de paz es solo el "ucraniano",
él mismo pidió al Papa "unirse a su aplicación". Las
declaraciones de Zelensky marcan una distancia que parece
insalvable con la diplomacia vaticana que deseaba llevar a las
dos partes, Ucrania y Rusia, a sentarse a la misma mesa.
El líder ucraniano remarca que pidió al Papa "condenar los
crímenes rusos en Ucrania, porque no puede existir igualdad
entre la víctima y el agresor".
Solo los más optimistas esperaban hoy en el Vaticano una
apertura del proceso de paz o algún espiral al menos para un
alto el fuego, pero pocos quizás imaginaban un cierre a
cualquier "camino de encuentro o sendero de diálogo hacia la
paz" sobre el cual el Papa había insistido un par de horas antes
de reunirse con el presidente ucraniano.
También en las comunicaciones del Vaticano, al fin de la
reunión, la palabra "paz" se desliza a un segundo plano. "El
Papa subrayó, en particular, la necesidad urgente de gestos de
humanidad en relación a las personas más frágiles, víctimas
inocentes del conflicto", refirió el vocero Matteo Bruni sobre
el coloquio a puertas cerradas.
El único resultado alcanzado hoy es justamente en el frente
humanitario, o bien el compromiso asumido por el Papa para con
los niños deportados. "Debemos realizar cada esfuerzo para
traerlos a casa", concordó con el presidente ucraniano.
Las diferencias entre el Papa y Zelensky se notaron ya en el
intercambio de obsequios: Francisco regaló un ramo de olivo en
bronce, símbolo de la paz. El presidente ucraniano correspondió
con una placa decorada extraída de un chaleco antiproyectil.
Francisco lo recibió con el piquete de honor de la Guardia
Suiza. Zelensky llegó, como por lo demás hizo en el encuentro
con la premier Giorgia Meloni y el presidente de la República,
Sergio Mattarella, en uniforme militar.
Cierto se trasluce además una cierta emoción en aquel gesto
del presidente ucraniano que lleva la mano al corazón cuando ve
al anciano Papa que lo espera de pie en la puerta.
Empero, cuando se sienta a la mesa del diálogo saca dos
carpetas escritas quizás para aprovechar mejor la ocasión del
coloquio, sin olvidar nada.
La jornada de Zelensky comenzó en el Quirinale con
Mattarella. "Reconfirmo el pleno apoyo de Italia a Ucrania en el
plano de las ayudas militares, financieras, humanitarias, y de
la reconstrucción, en el breve y largo plazo. Están en juego no
solo la independencia y la integridad territorial de Ucrania,
sino también la libertad de los pueblos y el orden
internacional", la certeza del jefe de Estado.
Luego la etapa en Palazzo Chigi, donde se confirmó la gran
sintonía entre la premier y el presidente ucraniano.
"Continuaremos proporcionando apoyo, incluso militar, para
que Ucrania pueda llegar a las negociaciones con una posición
sólida. Esto es importante porque a la paz no se puede llegar
con una posición de rendición", expresó Meloni.
Una promesa con la que Zelensky puede dejar Roma satisfecho.
Apenas aterrizado en Italia, por otro lado, había remarcado que
su objetivo es la "victoria" más que la apertura de un difícil,
pero "urgente", para usar la palabra del Papa, camino hacia la
paz. (ANSA).
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