Una Iglesia "misionera y sinodal"

Un sumo pontífice conciliador y anticlerical

Diez años de Pontificado de Francisco (foto: ANSA)
Diez años de Pontificado de Francisco (foto: ANSA)

(ANSA) - El Papa que reinicia la Iglesia desde el empuje del Concilio Vaticano II, y que promueve su conversión "pastoral" y "misionera", así como, en este último dos años, en el signo de la "sinodalidad".
    Si se puede rastrear un núcleo central en los diez años del pontificado de Francisco, es en estos impulsos innovadores, que encuentran raíces firmes precisamente en el espíritu "conciliar", sin embargo, todavía no bien digerido por grandes sectores conservadores del archipiélago eclesial.
    Un espíritu, entre otras cosas, que a juicio de Francisco remite a la "radicalidad evangélica" y al alma de la "Iglesia primitiva", en todas sus implicaciones: del amor al prójimo a la sobriedad y al despojo de todo atavío mundano y símbolo de poder, de la "opción preferencial por los pobres" a la misión "evangelizadora" a la que está llamado todo bautizado, en ese camino "sinodal" conjunto en el que ya no existen distinciones rígidas entre clérigos y laicos.
    Hasta la actitud de "misericordia", que para Francisco constituye la marca de la cristiandad, a la que dedicó un Jubileo extraordinario, en su pontificado se ha convertido incluso en "una forma de acción política y diplomática", como recuerda el padre Antonio Spadaro en un ensayo en Civiltà Cattolica en febrero de 2016.
    "La implementación del Vaticano II es la carne y los huesos de este pontificado", escribe elocuentemente el cardenal canadiense Michael Czerny, un jesuita como Bergoglio y su colaborador cercano, en la cabecera de 'El líder católico' como prefecto del Ministerio para el Desarrollo Humano Integral.
    "De la caracterización conciliar de los fieles como 'pueblo de Dios', el Papa extrapola que 'cada uno de nosotros es bautizado no sólo para seguir a Cristo, sino para ser un discípulo misionero'".
    "No creo que, antes, el señor y la señora 'católicos', jóvenes o viejos, se hubieran visto con esta esencia y vocación que ahora el papa Francisco está desempacando y liberando", añade Czerny.
    "Siento que el Señor quiere que el Concilio se abra camino en la Iglesia. Dicen los historiadores que se necesitan 100 años para que se aplique un Concilio. Estamos a mitad de camino", repitió varias veces el Papa Bergoglio.

El papa Francisco en la audiencia general semanal en la plaza San Pedro.

    Y entre los reproches recurrentes a la Iglesia italiana, por ejemplo, quizás el más frío y cortante fue el contenido en la entrevista con el Corriere della Sera del 3 de mayo de 2022, cuando subrayó que la implementación de las directrices dadas por el Vaticano II El Concilio fue "quizás más difícil" en Italia que en América Latina o África: "A menudo me he encontrado con una mentalidad preconciliar que se disfrazaba de conciliar".
    A la conversión pastoral y misionera promovida por él, a partir de su exhortación Evangelii gaudium -y antes refiriéndose a la Evangelii nuntiandi de Pablo VI-, Francisco dio organicidad y cumplimiento en la constitución apostólica Praedicate evangelium, promulgada hace un año después de nueve años de trabajo, para reformar la curia romana.
    Curia que deja de ser el centro del poder, poniéndose al servicio de las Iglesias locales, de la "Iglesia que sale" y "hospital de campaña" por las heridas de la humanidad, tan querida por Bergoglio.
    "Pero sin proselitismo, el proselitismo no es cristiano", repetía a cada paso Francisco, que colocaba en tercer lugar el Ministerio para la Caridad, la antigua Limosna Apostólica, con la que ayuda en todas las situaciones de pobreza y de miseria, cercanas y lejanas, en todas aquellas "periferias", no sólo "geográficas" sino también "existenciales", de las que hablaba desde las Congregaciones Generales pre-Cónclave.
    Con un acento particular: ese "no tengáis miedo a la ternura", que coreó desde su misa de instalación, el 19 de marzo de 2013.
    Mientras tanto, a la espera del giro "sinodal" definitivo, a través de las dos Asambleas Generales de Obispos previstas, una en octubre de 2023 y el segundo en octubre de 2024, el otro rasgo característico que se manifiesta en el actual Papa, casi paradójico para un jefe de la Iglesia universal, es su anticlericalismo, siendo para él el "clericalismo" una "perversión del sacerdocio y "rigidez una de las manifestaciones".
    "El clericalismo condena, separa, azota, desprecia al pueblo de Dios", dijo Francisco el 5 de septiembre de 2019 en diálogo con los jesuitas de Mozambique y Madagascar. Y es de ahí, de esta clausura y "autorreferencialidad" que "enferma" a la Iglesia, que la hace sentirse superior e inmune a cualquier juicio, que para Bergoglio se origina cualquier tipo de abuso: desde los del poder hasta los financieros, incluso al asqueroso flagelo del abuso sexual infantil. (ANSA)
   

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