"De ahí parte toda la actividad cristiana, especialmente la misión. Testimoniarlo, en efecto, significa irradiarlo; pero, si no recibimos su luz, nos extinguiremos, y todo será en vano", dijo el pontífice en su audiencia general, en la que prosiguió sus catequesis sobre la "pasión por la evangelización, el celo apostólico".
Agregó que "igualmente, sin embargo, no hay permanencia sin ir. De hecho, el seguimiento de Cristo no es un hecho íntimo: sin anuncio, sin servicio, sin misión, no crece la relación con Él".
"El anuncio no parte de nosotros -explicó-, sino de la belleza de lo que hemos recibido gratis, sin mérito: encontrar a Jesús, conocerlo, descubrir que somos amados y salvados. Es un don tan grande que no podemos guardarlo para nosotros, sentimos la necesidad de difundirlo, pero en el mismo estilo, libremente, es decir: tenemos un don, por eso estamos llamados a darnos, hay en nosotros la alegría de ser hijos de Dios. ¡Debe compartirse con los hermanos y hermanas que aún no lo saben! Esa es la razón del anuncio".
Según el Pontífice, "he aquí lo que hay que decir, ante todo y en todo: Dios está cerca. Cuando predicamos, muchas veces invitamos a la gente a hacer algo, y eso está bien; pero no olvidemos que el mensaje principal es que Él está cerca. En efecto, es más fácil exhortar a amarlo que dejarse amar por Él".
"Acoger el amor de Dios es más difícil porque queremos ser siempre el centro, protagonistas, estamos más inclinados a hacer más que escuchar. Pero, si lo que hacemos es lo primero, seguiremos siendo los protagonistas. En cambio, el anuncio debe dar el primado a Dios, y a los demás la oportunidad de acogerlo, de darse cuenta de que está cerca", expresó.
Además, "la forma, el estilo es fundamental en el testimonio", sostuvo.
Y recogiendo las palabras de Jesús -"Os envío como ovejas en medio de lobos"-, el Papa subrayó que "no nos pide que sepamos enfrentarnos a los lobos, es decir, que seamos capaces de discutir y defendernos.
"Pensaríamos así: nos volvemos relevantes, numerosos, prestigiosos y el mundo nos escuchará y nos respetará. No, los envío como ovejas, como corderos. Nos pide que seamos así, que seamos mansos e inocentes, dispuesto al sacrificio; de hecho, esto representa al cordero: mansedumbre, inocencia, entrega", subrayó.
Agregó que "Él, el Pastor, reconocerá a sus corderos y los protegerá de los lobos. En cambio, los corderos disfrazados de lobos son desenmascarados y despedazados".
Además, "dice no confiar en las certezas materiales, ir al mundo sin mundanalidad".
Por último, Francisco afirmó que "el Señor envía a todos los discípulos, pero ninguno va solo. La Iglesia apostólica es enteramente misionera y en la misión encuentra su unidad".
"Por tanto: ir mansos y buenos como corderos, sin mundanalidad, juntos. Aquí está la clave del anuncio. Acogemos estas invitaciones de Jesús: que sus palabras sean nuestro punto de referencia", concluyó.
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