La reunión de tres horas con el zar, ayer en San Petersburgo, permitió a los representantes de algunas agencias internacionales, incluida ANSA, intentar centrarse claramente en los objetivos rusos y en una narrativa siempre contraria a las tesis occidentales. Y para intentar juntar las piezas del mundo del que habla Putin.
El zar no da ningún paso atrás en relación con Ucrania.
De hecho, aumenta sistemáticamente. También hoy, el Kremlin confirmó que el uso por parte de Kiev de misiles de los países de la OTAN para bombardear Rusia "no quedará sin consecuencias" para Occidente, ya que Moscú suministra misiles a terceros para alcanzar "objetivos sensibles" de los países de la OTAN. En cuanto a Ucrania, Putin tiene preparada una solución para Biden: dejar de suministrar armas y la guerra terminará en tres meses.
La pregunta, sin embargo, es: qué pasará con Ucrania en este caso.
En cambio, para Moscú la guerra -y Putin también lo repitió ayer- empezó porque habría habido un golpe de Estado y Rusia habría intervenido para ayudar a la población de habla rusa "golpeada por las armas ucranianas". "Fuimos obligados. Y, sin embargo, creen que fue Rusia quien empezó".
La historia ya es conocida. El punto de vista sobre la economía es más nuevo. Putin destaca los éxitos de rusos y el crecimiento del 5,4 por ciento y la compara, sonriendo, con las economías europeas. Culpa a Alemania: "Nadie defiende allí los intereses alemanes, por qué no utilizan el gasoducto que queda? Dónde está la lógica?", disparó. Y Francia también tiene una economía "al borde de la recesión". El resumen es: en Europa con sus políticas se "hacen daño". Y la gestión del dólar en Estados Unidos tampoco va bien. Esto también da lugar a la creencia de Moscú de que Rusia está más dispuesta a resistir con el tiempo que los países occidentales.
Mientras tanto, Putin sigue tejiendo su red de alianzas con sus vecinos, con China, Irán y en general con lo que se define como el sur global. A la entrevista de ayer asistieron seis agencias occidentales, pero también de Bielorrusia, Azerbaiyán, Kazajistán y Uzbekistán. Fue una oportunidad para que Putin reafirmara las buenas relaciones con los vecinos y la construcción de un entendimiento regional cada vez más sólido.
Con IRNA, la agencia iraní, subrayó que "Irán ha cumplido todos los compromisos asumidos" en materia de energía nuclear, y con la agencia china Xinhua subrayó "los intereses mutuos y profundos" entre los dos países.
En resumen, el zar relanza una estrategia que no parece dejar nada al azar: mano dura sobre Ucrania, fortalecimiento de las alianzas, gran atención a la economía, como lo demuestra el reciente cambio en la cúpula del Ministerio de Defensa con Andrey Belousov, un economista que reemplaza al leal Sergei Shoigu.
Una señal de que los gastos de la economía de guerra tendrán que ser monitoreados cuidadosamente para que duren a largo plazo.
Putin habló con los periodistas desde la sede de Gazprom, un edificio ultramoderno en el Golfo de Finlandia. Detrás de él, a través de los ventanales de cristal, se podía ver el mar y un muelle con tres grandes banderas, las de Rusia, la URSS y el Imperio Ruso. Desde San Petersburgo llegan señales muy claras para Occidente. Algo que Occidente no puede subestimar.
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