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Kiev ataca a los rusos en Kaliningrado

Borrell: "La guerra en Europa ya es posible"

KIEV, 09 abril 2024, 16:28

Redaccion ANSA

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La guerra marítima reporta éxitos para a Ucrania, pues, tras atacar a los barcos rusos en el Mar Negro, se vengó por primera vez en el Báltico: la inteligencia militar (GUR) se atribuyó, de hecho, la responsabilidad de una operación en la que se incendió el portamisiles ruso "Serpukhov", anclado en la base naval rusa de Baltiysk, en el enclave de Kaliningrado, ubicado entre Polonia y Lituania.
    "Fue una operación especial del GUR. El barco no se encuentra bien ahora", comentó, irónicamente, al Kyiv Post, una fuente del espionaje militar ucraniano, la cual subrayó que "los medios de comunicación y automatización" del barco "fueron completamente destruidos".
    El sabotaje intenta dar vida a las esperanzas de Ucrania, que se encuentra en grandes dificultades en el resto del frente por la falta de municiones y bajo el fuego diario de los rusos.
    Los invasores atacan en particular la región de Járkov, donde el presidente ucraniano Volodimir Zelensky quería visitar a las tropas y comprobar la construcción de las fortificaciones, ante el temor de una nueva ofensiva rusa prevista para el verano boreal.
    "Járkov necesita una defensa sólida" y para ello "hay una solución: necesitamos sistemas adicionales de defensa aérea y antimisiles", ratificó Zelensky, y aprovechó para advertirle a la comunidad internacional que "no tiene derecho a permanecer indiferente".
    Ucrania todavía está esperando la aprobación por parte del Congreso estadounidense del paquete de ayuda militar de 60 mil millones de dólares, sin el cual Kiev estaría condenada, según el propio presidente.
    Pero, por ahora, el Pentágono sólo anunció haber entregado a los ucranianos armas y municiones confiscadas a Irán mientras eran transferidas a los rebeldes hutíes yemeníes: más de 5.000 AK-47, ametralladoras, rifles de francotirador, RPG-7 y más de 500.000 rondas de munición de 7, 62 mm.
    Kiev, sin embargo, no se rinde y persiste en los ataques a las regiones fronterizas rusas: dos drones ucranianos atacaron durante la noche un centro de entrenamiento de la Fuerza Aérea rusa en la región de Voronezh.
    Y el gobernador de Bryask informó que una mujer y un niño murieron y otras tres personas resultaron heridas en un bombardeo ucraniano en Klimovo.
    Además, la tensión sigue siendo alta debido al riesgo de un accidente catastrófico en la central nuclear de Zaporizhzhia: otro dron procedente de Kiev, denunciaron las autoridades de la estructura controlada por las fuerzas rusas, atacó el tejado del edificio que alberga el único centro de formación de la central.
    Pero la inteligencia ucraniana continúa negando cualquier acción militar en la planta, y ha denunciado, en cambio, operaciones rusas de "bandera falsa" para culpar a Kiev de un posible desastre atómico.
    Entonces no hay paz a la vista.
    De hecho, en Europa del Este siguen soplando vientos de guerra, hasta el punto de que el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, ha dado la voz de alarma sobre un conflicto que "está a nuestro alrededor, en el horizonte".
    Según Borrell, está claro que "hay que hacer todo lo posible para evitar una" escalada, "pero hay que tener medios de disuasión", porque "una guerra convencional de alta intensidad en Europa ya no es una fantasía", advirtió.
    En ese contexto, las tensiones entre la OTAN y Rusia se están disparando, debido al apoyo occidental a Ucrania y también por la presunta implicación de Kiev y Estados Unidos -según el Kremlin- en la masacre en Crocus.
    En ese sentido, el Comité de Investigación ruso anunció la apertura de una investigación por presunta "financiación de actividades terroristas", alegando que "el dinero para llevar a cabo ataques terroristas en Rusia y en el extranjero" llegó a través "de organizaciones comerciales, incluida la compañía ucraniana de petróleo y gas Burisma Holdings", donde el hijo del presidente estadounidense Joe Biden también formó parte de la junta directiva.
    Moscú también señala con el dedo a "altos funcionarios de Estados Unidos y de los países de la Alianza" no especificados, mientras todo Occidente sigue negando cualquier relación con la masacre del pasado 22 de marzo.
    Mientras, el Kremlin abraza a sus aliados: el Ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov viajó hacia Pekín antes de la visita de Putin a China, confirmada este año.
    Además de reunirse con su homólogo chino Wang Yi, el jefe de la diplomacia rusa mantuvo una conversación "fuera de protocolo" con Xi Jinping.
    China y Rusia "están unidas para forjar un nuevo camino de coexistencia armoniosa y cooperación de beneficio mutuo", subrayó el presidente chino.
    Palabras que no son buenas para las esperanzas occidentales de que China medie en una paz justa para Ucrania.
   

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