Este "traidor y criminal se convirtió en un cadáver moral en el momento en que planeó su sucio y terrible crimen", declaró Narishkin, según informó la agencia oficial rusa RIA Nóvosti.
En Rusia, añadió, "se suele decir: sobre los muertos o se habla bien o no se habla".
Kuzmínov, de 28 años, fue asesinado a tiros el pasado 13 de febrero en un garaje de una urbanización de Villajoyosa (Alicante, este del país), según informaron fuentes de la investigación.
Había decidido ir a vivir a España, donde residía bajo identidad falsa, en lugar de quedarse en Ucrania.
La víctima recibió en la rampa del garaje media docena de impactos de bala y, según testigos presenciales, el vehículo en el que huyeron los asesinos pasó después por encima del cuerpo, informó la Guardia Civil española, que en un primer momento atribuyó el asesinato a un ajuste de cuentas.
Posteriormente, se encontró el coche calcinado, supuestamente usado por los agresores en su huida, en la vecina localidad de El Campello.
Cuando la televisión pública rusa informó en octubre de la deserción, el reportero adelantó que la orden de liquidar al piloto ya había sido impartida.
En septiembre, Kuzmínov apareció en una rueda de prensa en Kiev, flanqueado por dos militares ucranianos uniformados, y explicó que desertó porque "no quería contribuir" a los crímenes cometidos por las fuerzas rusas en Ucrania.
Había desertado en agosto, entregándose al ejército ucraniano con el helicóptero que pilotaba, un Mi-8 en la operación "Timtmouse", que no solo implicó la captura de la aeronave, sino también la adquisición de documentación valiosa y equipo técnico secreto.
Según su relato, despegó del aeródromo de Kursk hacia la región de Járkov y al cruzar la frontera el helicóptero fue objeto de disparos y él resultó herido.
"En cuanto a quién disparaba, no puedo asegurarlo, pero sospecho que era el bando ruso. Fui herido en una pierna por disparos de armas ligeras. Volé unos 20 kilómetros y luego aterricé", relató.
Otros dos tripulantes salieron del helicóptero y fueron asesinados tras el aterrizaje en Ucrania y condecorados post mortem por las autoridades rusas.
En un documental, Kuzmínov dijo que proporcionó "información muy relevante sobre los aviones, los sistemas de comunicación y la red de bases aéreas del ejército ruso".
A cambio de realizar esta operación especial, se le ofrecieron garantías de seguridad, nuevos documentos y una compensación de medio millón de dólares.
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