No los oficiales, dado que las autoridades de Moscú dejaron de dar noticias tras haber hablado de una muerte civil y daños en el barco, sino los de los medios de comunicación rusos independientes: a bordo del Novocherkassk habría 77 marineros, 33 de los cuales estarían desaparecidos.
Un total al que hay que sumar el número de heridos, al menos 19, y el de los dos oficiales de los que no se tienen noticias, pero que al parecer se encontraban a bordo del barco.
La reacción del Kremlin no se hizo esperar. El martes por la tarde, el ejército ruso volvió a bombardear el puesto fronterizo meridional de Jérson, ya acosado por numerosas agresiones en los últimos días. Esta vez el objetivo fue la estación de ferrocarril de la ciudad, mientras "unos 140 civiles esperaban un tren", según informó el ministro del Interior ucraniano, Igor Klimenko. En la embestida un policía murió mientras intentaba evacuar a los presentes y otros dos resultaron heridos. Dos civiles también tuvieron que recibir tratamiento médico, pero se evitó la masacre.
Los ataques continuaron durante toda la noche en toda Ucrania. Kiev logró interceptar 32 de los 46 drones kamikaze Shahed lanzados desde Moscú, pero algunos fallaron y alcanzaron un suburbio de Odesa, matando a dos personas e hiriendo a cuatro. Mientras tanto, según los funcionarios del Kremlin, Rusia ha "reorientado casi por completo sus exportaciones de petróleo hacia China y la India", recaudando ingresos "comparables a los de 2021", a pesar de las sanciones impuestas por Occidente.
Una situación complicada para Kiev, que el año que viene "podría ser aún más difícil", porque "los rusos son un enemigo fuerte, son muchos y aprenden muy rápido", como admite el comandante ucraniano Oleksandr Tarnavsky. El general, que dirigió las operaciones para liberar Jérson en 2022, se refiere sobre todo a su zona de competencia, que incluye Avdiivka, Marinka y Robotyne: "El enemigo intensificó sus acciones a lo largo de casi toda la línea de batalla, somos conscientes de que su objetivo estratégico es la liquidación del Estado ucraniano." Precisamente en Marinka, las fuerzas de Kiev tuvieron que retirarse a los suburbios del norte, y dejar en manos rusas el control de lo que queda de la ciudad. Pero según el centro de estudios estadounidense Institute for the Study of War (ISW), la "probable captura" del asentamiento de Donetsk "representa una ganancia limitada" para el Kremlin y "no presagia un avance significativo desde el punto de vista operativo".
Muchos blogueros rusos, por el contrario, lo consideran una "victoria táctica" y explican que desde aquí el ejército del Kremlin podrá "realizar operaciones ofensivas contra asentamientos situados hasta 15 km al oeste". Para ISW, sin embargo, "un asentamiento pequeño y completamente destruido no ofrece a Moscú una base operativa segura desde la cual lanzar nuevas operaciones ofensivas".
Mientras tanto, desde el frente sur llega un episodio más de posible violación de los derechos humanos, todo ello captado en un video que circuló en las redes sociales. De acuerdo con informes, tres soldados ucranianos fueron ejecutados por las fuerzas rusas después de ser hechos prisioneros cerca de la aldea de Robotyne, en la región ucraniana de Zaporiyia. La Fiscalía de Ucrania abrió una investigación.
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