Será una cumbre decisiva, sobre todo en lo que respecta a la ayuda financiera a Ucrania, dado que en marzo el flujo de ayuda europea se agotará sin la inyección de nuevos fondos.
Y en Bruselas crece la facción de los que quieren un choque frontal con Budapest: llegando incluso a suspender, en virtud del artículo 7 de los Tratados, el derecho de voto de Hungría.
Por ahora, la tesis mayoritaria en la UE es que aspira a un acuerdo entre 27 miembros para revisar el presupuesto elaborado por la última mediación que llegó a la cumbre del bloque la semana pasada. Todos estuvieron de acuerdo con la propuesta, excepto, de hecho, Hungría. Orbán, en entrevistas posteriores a la cumbre, atacó una vez más lo que considera un trato desigual por parte de Bruselas en el desembolso de los fondos de cohesión y los del PNRR (Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia).
Traducido, los diez mil millones liberados por la Comisión -en medio de duras críticas de la Cámara Europea- en vísperas de la cumbre no son suficientes para el Primer Ministro húngaro.
Congelados, de momento, hay otros veinte. Y eso es lo que busca Budapest.
Pero el margen de maniobra de la Comisión es ahora más limitado. El temor es que liberando más fondos asestaremos un golpe fatal a la credibilidad de las normas comunes. E incluso uno de los primeros proeuropeos como Romano Prodi no utilizó palabras suaves hacia Orbán.
"Ha dado todo menos el paso necesario para verse obligado a marcharse. Pero no podemos continuar con esta situación", subrayó el expresidente de la Comisión de la UE y expremier italiano.
A largo plazo, el caso húngaro relanza a quienes, como la Cámara Europea o París y Berlín, quieren - también con vistas a la ampliación - una clara superación de la norma de la unanimidad en diversas materias.
El Consejo de la UE dio el primer visto bueno al proceso procesal de las reformas, aprobando la resolución del PE que pide, entre otras cosas, tener iniciativa legislativa, ampliar el procedimiento ordinario de aprobación de las medidas y, por tanto, también la votación por mayoría cualificada.
El Consejo Europeo podría hablar de ello ya en marzo.
Seguramente no será esta Comisión la que llegue al meollo de las reformas de los Tratados. El proceso será largo y se espera que las divergencias sean grandes.
Italia se ha mostrado hasta ahora al menos escéptica respecto a la reducción de la regla de la unanimidad.
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