/ricerca/americalatina/search.shtml?any=
Muestra menos

Se hai scelto di non accettare i cookie di profilazione e tracciamento, puoi aderire all’abbonamento "Consentless" a un costo molto accessibile, oppure scegliere un altro abbonamento per accedere ad ANSA.it.

Ti invitiamo a leggere le Condizioni Generali di Servizio, la Cookie Policy e l'Informativa Privacy.

Puoi leggere tutti i titoli di ANSA.it
e 10 contenuti ogni 30 giorni
a €16,99/anno

  • Servizio equivalente a quello accessibile prestando il consenso ai cookie di profilazione pubblicitaria e tracciamento
  • Durata annuale (senza rinnovo automatico)
  • Un pop-up ti avvertirà che hai raggiunto i contenuti consentiti in 30 giorni (potrai continuare a vedere tutti i titoli del sito, ma per aprire altri contenuti dovrai attendere il successivo periodo di 30 giorni)
  • Pubblicità presente ma non profilata o gestibile mediante il pannello delle preferenze
  • Iscrizione alle Newsletter tematiche curate dalle redazioni ANSA.


Per accedere senza limiti a tutti i contenuti di ANSA.it

Scegli il piano di abbonamento più adatto alle tue esigenze.

Maastricht cumple 30 años y tiene nuevo desafío

El Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

BRUSELAS 1 NOV - El Tratado de Maastricht cumple su trigésimo aniversario y afronta hoy en día el desafío de la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. El pacto, 01 noviembre 2023, 17:05

Redaccion ANSA

ANSACheck
El Tratado de Maastricht cumple su trigésimo aniversario y afronta hoy en día el desafío de la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
    El pacto, que acercó siempre más los destinos de los pueblos del Viejo Continente, sancionando, al mismo tiempo, los rígidos parámetros a respetar en el orden de las cuentas públicas, dio así el rostro que tiene hoy la Unión Europea (UE). Célebre a todos además por haber sentado las bases de la moneda única y la ciudadanía europea Un dosier, el del Pacto, desde siempre en el centro de feroces choques entre los países miembros y ahora vital para el futuro económico de la propia Unión, marcada por las heridas dejadas primero por las crisis del débito soberano y luego, en los últimos tres años, por un estado de emergencia permanente, que pasó del Covid a la agresión de Rusia contra Ucrania, hasta el sangriento conflicto entre Israel y Hamas.
    Firmado el 7 de febrero de 1992 en la ciudad holandesa fronteriza y entrado en vigor en la medianoche del 1 de noviembre de 1993, en las intenciones de los doce líderes europeos artífices del convenio -entre ellos el presidente del Consejo italiano, Giurlio Andreotti, el canciller alemán Helmut Kohl, y el mandatario francés Francois Miterrand- el Tratado debía representar el primer paso hacia la Unión económica, monetaria y política.
    Un auspicio nacido en el surco de la euforia que estalló por la caída del Muro de Berlín. Pero que todavía hoy fatiga a adversarios, debilitado por una integración europea a más velocidad, del rechazo a menudo categórico de una progresiva cesión de la soberanía nacional, y del cíclico soplo de los vientos del euroescepticismo.
    A dividir en el terreno económico son, desde siempre, los criterios homónimos fijados en Maastricht para ingresar en la moneda única: una relación déficit/PIB no superior al 3% y una deuda de no más del 60%. Estacas jamás del todo respetadas, a partir de Alemania, a la cabeza de los rigurosos y; sin embargo, la primera -junto a Francia- en pedir en 2003 una suspensión de los procedimientos de infracción previstos en el Pacto, luego de haber violado por dos años la regla del déficit.
    En 2009, después de la dramática crisis financiera, cambió la historia de Europa, con los programas de salvataje, lágrimas y sangre de Grecia y la introducción de nuevas reglas (six-pack, Fiscal compact y two-pack), apoyadas por los halcones del Norte, a reforzar las obligaciones (como el tristemente célebre recorte anual de un vigésimo de deuda superior al 60%) y la vigilancia de las políticas de presupuesto.
    A dar nueva linfa a la nueva gobernancia económica, finalidad clave en le mandato de la Comisión Europea registrada por Ursula von der Leyen, fueron, al finalizar 2021, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el ex premier italiano Mario Draghi: necesario "más espacio de maniobra" -su pedido- para las inversiones necesarias para apoyar el crecimiento y las nuevas generaciones ante los shock económicos y geopolíticos.
    Los parámetros de Maastricht, se dijo, no se tocan. Pero el propósito es hacer que las vías de pago de la deuda sean más realistas, sostenibles y adaptadas en un contexto sin precedentes en el que varios países de la eurozona ya superan el umbral del 100%.
    A casi dos años de aquellas palabras, las tratativas entre los gobiernos están aún estancadas. El debate resuena siempre similar a sí mismo: por una parte, los rigurosos, encabezados por Berlín, que desean un target mínimo anual -igual para todos- del pago de la deuda. Por el otro, las instancias de las palomas del Sur, que invocan flexibilidad y piden la separación de las inversiones del cálculo del déficit para las áreas estratégicas como el cambio verde y la defensa.
    La cláusula de salvaguarda que suspende el Pacto, activada en 2020 para hacer frente a la emergencia Covid, terminará el 31 de diciembre. El futuro por ahora no conoce nuevas reglas, solo aquellas de un retorno al pasado. Un escenario del todo molesto para Roma y sus aliados.
    Entre tanto, también el destino de la Unión bancaria está suspendido. En espera de la ratificación por parte de Italia a la reforma del MES y su paracaídas ("backstop") por las crisis bancarias.
   

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA

Imperdibles

Compartir

O utilizza