(ANSA) - BRUSELAS, 20 OTT - Cuatro días después del atentado
de Bruselas, el ministro de Justicia belga, Vincent Van
Quickenborne, dio un paso atrás.
Efectivamente, estaba en el ojo de la tormenta por los
fallos del sistema de seguridad nacional y la falta de control
sobre los inmigrantes irregulares como Abdesalam Loussad.
Si bien el ministro flamenco resistió enérgicamente las
acusaciones de la opinión pública y de los parlamentarios,
dimitió ante la última información que surgió sobre el ataque
del 16 de octubre, sobre que dos suecos perdieron la vida.
Túnez, admitió ante la prensa, había solicitado la
extradición del presunto atacante ya en agosto de 2022, pero no
recibió respuesta.
Después de días de investigaciones internas, el
representante del partido liberal flamenco Open VLD explicó en
detalle lo sucedido.
La solicitud de extradición llegada desde Túnez a su
ministerio y luego trasladada a la fiscalía de Bruselas el 1 de
septiembre de 2022 quedó en letra muerta, nunca tramitada por el
magistrado competente.
"Se trata de un error individual, grave e inaceptable.
Quiero asumir la responsabilidad por ello", afirmó Van
Quickenborne, pidiendo disculpas a las víctimas y a sus seres
queridos, a toda Suecia y a sus compatriotas.
Junto con él estaba el fiscal general de Bruselas, Johan
Delmulle, quien, por su parte, habló de una "conjunción de
circunstancias deplorable".
En 2022 se enviaron un total de 31 solicitudes de
extradición internacional a un mismo magistrado.
Unos treinta fueron juzgados, explicó el ministro dimitido,
mientras que sólo un expediente no fue tramitado: el del hombre
de 45 años de origen tunecino.
"La independencia de un magistrado es la base de nuestro
Estado de Derecho. Siempre defendí este principio y lo seguiré
haciéndolo", subrayó el flamenco, aunque asumiendo "la
responsabilidad política" de lo ocurrido.
Desde hace días todo el gobierno, los servicios secretos y
las fuerzas del orden del país están bajo acusaciones.
El presunto autor del atentado, neutralizado tras una noche
como prófugo, era conocido por los servicios de inteligencia por
"radicalización", pero -tras las solicitudes de asilo ya
rechazadas por Italia, Noruega, Suecia y la propia Bélgica- en
2021 había "desaparecido de radar".
La dimisión del ministro fue valorada por el primer ministro
Alexander De Croo como "valiente".
Pero el enfrentamiento político apenas comienza: el
gabinete central fue convocado "para brindar total claridad".
(ANSA).
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