A medio camino entre el eje franco-alemán y los aliados de Visegrado, entre el europeísmo sistémico y la franja que, en algunas cuestiones, ha elegido un camino contrario al de Bruselas, la premier italiana, Giorgia Meloni, aprovechó su intervención en Granada para reiterar que el "primer objetivo" del gobierno en materia de migración es "luchar contra los traficantes".
También el viaje a la bella localidad del sur de España se convirtió en una nueva nueva etapa en su derrotero europeo, entre el diálogo y la línea dura.
No es casualidad que en la cumbre informal de los 27 países de la UE, la premier hizo las paces con el canciller alemán, Olaf Scholz, abriendo una puerta más a la estrategia italiana de bloqueo de partidas.
Y al mismo tiempo absolvió a Polonia y Hungría, que con su veto los líderes renunciaron a mencionar la migración en la Declaración de Granada.
Se suponía que la cumbre sería principalmente la de la agenda estratégica de la UE y los temas ampliados. Pero lo que dominó, al final, fue el tema de la migración, con el empuje decisivo de Meloni. La premier, efectivamente, se reunió con Mateusz Morawiecki temprano en la mañana (hora local).
Unas horas más tarde, en el Palacio de Congresos de Granada, tuvo lugar la reunión más esperada, con el canciller alemán.
Una reunión de 45 minutos que, tras el largo enfrentamiento sobre las ONG y la regulación de la crisis, supuso al menos una tregua entre Roma y Berlín.
"Scholz está de acuerdo con la estrategia italiana en Túnez", subrayó Meloni, tras las objeciones alemanas al respeto de los derechos de los inmigrantes por parte del gobierno de Kais Saied. Y Scholz, en rueda de prensa, confirmó el acercamiento.
"Con Meloni nos entendemos, somos pragmáticos, no trabajamos unos contra otros", explicó el canciller, precisando que no fue él quien decidió la financiación de las ONG, sino el Bundestag, es decir, el Parlamento alemán. En resumen, palabras conciliadoras que, sin embargo, no pueden ignorar un hecho: en Alemania no sólo está el SPD en el gobierno. De hecho, las posiciones de los Verdes son muy diferentes y ciertamente muy alejadas de las italianas.
Y el clima podría volver a enfriarse dentro de unas semanas, con motivo de la revisión del presupuesto plurianual: de hecho, los alemanes se muestran muy escépticos ante la propuesta de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de destinar 15 mil millones adicionales al frente de la migración.
"Estoy de acuerdo con los nuevos recursos si no se destinan al capítulo de los inmigrantes sino a África, a una asociación global", aseveró.
Ciertamente, en Granada cobró fuerza la iniciativa de la Unión Europea con los países africanos siguiendo el modelo tunecino.
Fue la fuerza impulsora que unió a Italia, Reino Unido, Albania, Holanda, Francia y la Comisión de la UE en torno a la misma mesa el jueves, al margen de la cumbre de la Comunidad Política Europea.
Y esa, según Meloni, es una estrategia en la que todos coinciden.
"No permitiremos que los contrabandistas decidan quién entra en la UE", se lee en la declaración del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, adjunta a la de Granada.
Como ocurrió en junio, también la premier volvió a intervenir después de que Varsovia y Budapest anunciaran su veto al capítulo de la migración.
El primer ministro de Hungría, Víktor Orbán, criticó en la cumbre de los veintisiete en Granada, España, que la Unión Europea ha "violado" y "forzado" a Hungría y Polonia a aceptar los recientes acuerdos sobre el pacto de migración y asilo puesto que ambos países votaron en contra pero fueron aprobados sin su visto bueno. Al respecto, el riesgo, para Meloni, es que la rebeldía de sus aliados aumente a medida que se acercan las elecciones europeas.
Por ahora, la líder de Hermanos de Italia se quedó a medio camino y explicó que "entiende" las posiciones de Polonia y Hungría, que en cualquier caso no ponen en peligro el Pacto sobre Migración. Un pacto en el que Meloni, al igual que sus aliados europeos, no ve ningún punto de inflexión.
"Hemos votado a favor porque mejora las normas, pero no es nuestra prioridad", señaló la premier, quien seguramente no tiene la misma prisa que los dirigentes de la UE por aprobar el paquete legislativo. "No importa cuánto tiempo lleve -afirmó- pero es necesaria una solución estructural", o sea, la de detener los flujos.
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