(ANSA) - ROMA 5 OCT - Dieciocho menores inmigrantes quedaron
encerrados, solos, durante varias semanas en Italia, debido a
que no hay suficiente personal para hacerlo y pasan su tiempo
sin hacer nada, horas vacías que sólo llenan con un curso de
italiano una vez a la semana y, de vez en cuando, patean una
pelota en el asfalto.
Algunos de estos menores no salen desde hace 45 días.
Así es la vida de 18 menores inmigrantes solo en Italia, de
entre 15 y 16 años, procedentes de Gambia, Mali, Costa de
Marfil, Túnez, Guinea y Burkina Faso, sin documentos y que se
encuentran en el primer centro de acogida para menores de
Brindisi.
Durante casi tres horas conversaron con la Autoridad Garante
de la Niñez, Carla Garlatti.
"Fue una experiencia muy conmovedora porque era la primera
vez que iba a este tipo de centros y el impacto fue bastante
fuerte - afirmó la Garante-. De hecho, los 18 chicos ya
procedían de otros centros de primera acogida, en particular de
Lampedusa, Taranto, Calabria y sólo unos pocos aterrizaron en
Brindisi.
"Una pareja tenía el aspecto de niños de unos 14 años. El
impacto fue muy fuerte porque este centro está en la misma zona
de un Centro Permanente para la Repatriación (CPR), que está
ubicado en un edificio separado, pero dentro del mismo recinto
amurallado. Están separados, no hay contaminación entre los del
CPR y estos menores. Pero hay un muro muy alto, una puerta de
hierro alta, una caseta de vigilancia de cristal con soldados
con porras. El impacto ciertamente no es el de un centro para
menores".
Lo que más llama la atención al hablar con ellos, explicó
Garlatti, es que "sufren mucho por no poder salir. Al principio
tenían mucho miedo porque pensaban que habían ido a prisión.
Luego comprendieron que los militares están ahí para las CPR y
no para ellos, pero nunca salen del centro porque no hay
personal que les acompañe a salir, ese hecho de no salir, de
estar vacíos, de no tener nada que hacer, les estresa mucho".
"'No sabemos nada sobre cuánto tiempo estaremos aquí y qué
pasará después, tenemos que salir, ver gente', me dijeron. De
hecho, estos muchachos han estado ahí, algunos durante 45 días,
sin hacer nada y escuchándome decir: '¿Pero qué puedes hacer por
mí?' No lo esconderé, se me hizo un nudo en la garganta." Desde
hace aproximadamente una semana, el centro -explicó el Garante-
tiene instalada una red wi-fi y "es una gran esperanza para
ellos también pueden conectarse en casa, aunque la mayoría no
tiene teléfono".
Pero en el centro se están equipando para darles tabletas.
Una vez a la semana reciben cursos de italiano, muy básico.
A menudo juegan al fútbol, no en el campo, sino en el
asfalto, delante de sus viviendas prefabricadas.
"Hablé largo y tendido con la prefecta de Brindisi, Michela
La Iacona, que tiene muy en cuenta su situación", contó
Garlatti.
Para facilitar la reunión con la Garante, los
representantes de Unicef y ACNUR pidieron a los niños que
hicieran dibujos. "Dibujaron un campo de fútbol y la mayoría una
casa. Les pregunté ¿dónde? Y respondieron que en Italia.
"Quieren quedarse aquí, aunque no tengan familiares en
nuestro país, quieren aprender un oficio y trabajar. Uno me
explicó que quiere estudiar informática. A pesar de las
dificultades lingUísticas, había un mediador cultural y tenían
muchas ganas de hablar. Esta visita me hizo comprobar de primera
mano que viven en lugares que no son adecuados para ellos, o
mejor dicho serían adecuados para una estancia de 3/4 días, una
semana podría estar bien, pero no un mes y medio, que se
convierten en dos meses y medio dado que proceden de otros
centros de acogida. Y vivir durante meses en estas condiciones,
con días vacíos para algunos niños -como me confesaron- les da
muchos malos pensamientos", concluyó. (ANSA).
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