El féretro del presidente emérito entró en la sala de ministros de la Cámara de Diputados acompañado por su esposa Clio y sus familiares.
La Cámara estaba llena, como cuando Napolitano fue elegido presidente de la República en 2006 y reelegido en 2013, pero esta vez reinó el silencio para el último adiós al primer excomunista en ascender al Quirinal.
Los silbidos de la Liga Norte de hace 17e años y el malestar de Forza Italia ya quedaron atrás.
Hoy también Matteo Renzi, gracias al retraso del vuelo desde Estados Unidos, evitó tener que sentarse entre dos líderes con los que se ha enfrentado a menudo, Enrico. Letta y Giuseppe Conte, en la fila ocupada por los ex primeros ministros, siete en total.
En ese contexto, se vio a Mario Monti, Massimo D'Alema y Romano Prodi conversando, mientras Mario Draghi hablaba con el cardenal Gianfranco Ravasi y con Luca Barbareschi.
También llegó Matteo Salvini, con un anotador blanco bajo el brazo. Algunos parlamentarios buscaron en vano un lugar para fumar, porque el patio estaba cerrado.
Y las calles alrededor de la Cámara estaban blindadas.
Delante de la entrada principal, un centenar de personas se preparaban para seguir la ceremonia en la pantalla grande, con las manos en el corazón cuando desde el Senado llegó el cortejo fúnebre y comenzó el himno nacional.
En su interior se realizaba un programa sin precedentes, al igual que el primer funeral laico celebrado en el Parlamento..
Los coraceros escoltaban el ataúd, llevado en los hombros de ocho representantes de las Fuerzas Armadas y policiales, más uno de los bomberos.
El silencio era quebrado solamente por las tomas de fotógrafos y el sonido de un teléfono móvil. No pasó desapercibida la elegancia de la Duquesa de Edimburgo, Sophie Helen Rhys-Jones, pero el foco de atención estuvo puesto en el presidente francés, Emmanuel Macron, especialmente por la reunión posterior con la premier Giorgia Meloni.
Antes, Macron se había abrazado con el presidente italiano, Sergio Mattarella.
Entretanto, no faltaron los comentarios despectivos en las redes sociales e insultos también hacia la figura de Napolitano.
Un aplauso más convincente recibió el discurso del cardenal Ravasi.
Los parlamentarios de centroizquierda aseguraron Giorgia Meloni dudó en unirse al aplauso colectivo.
Asimismo, en la Cámara se lo vio a Paolo Gentiloni y a la secretaria del Partido Democrático Elly Schlein, junto con Iole Mancini, partisana de 103 años.
Mientras ella terminaba la Resistencia, Napolitano se unió al PCI en 1945, recordó Anna Finocchiaro que también menciona a Gerardo Chiaromonte.
La hija del exsenador, Franca, junto con otro activista para las batallas feministas, Letizia Paolozzi, estuvo sentada al lado de Livia Turco.
Ella escribió la ley con Napolitano sobre inmigración, posteriormente reemplazado por el firmado por Umberto Bossi y Gianfranco Fini, quien al final de la ceremonia sonreía con Romano Prodi.
Las tensiones de aquel mayo de 2006 son para ellos lejanas.
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