"Pedí a Mario Draghi preparar un informe sobre el futuro de la competitividad de Europa", puntualizó, a mitad de su último discurso acerca del Estado de la Unión, Ursula von der Leyen, y lanza el comodín en la carrera final antes de las elecciones europeas del próximo año, y confía en Súper Mario para levantar la suerte de la economía UE.
Pocos tenían conocimiento de la decisión de la presidenta de la UE.
Y su jugada, en un puñado de minutos, desde la Eurocámara, rebota en los edificios de la política italiana porque, de hecho, vuelve a poner en el terreno al ex presidente del Consejo italiano de Ministros, en los días de máxima tensión entre Bruselas y el gobierno encabezado por Giorgia Meloni.
Para rastrear el origen de la elección de confianza a Draghi es necesario partir de un contexto del todo europeo y no ciertamente italiano. La economía UE, apretada entre las consecuencias de la guerra en Ucrania, el Inflation Act estadounidense y el superpoder de China sobre las materias críticas, corre el riesgo de introducirse en un peligroso cul-de-sac (calle sin salida).
Un escenario que, para Von der Leyen, equivaldría al naufragio de su posibilidad de reconfirmación como jefa del ejecutivo europeo.
"Draghi es una de las mejores mentes económicas europeas", recalca en su discurso. Y su investidura va más allá. "Europa hará todo lo necesario para mantener su ventaja competitiva", subraya von der Leyen. Utilizando, en inglés, las mismas palabras -"whatever it takes"- que el entonces presidente del Banco Central Europeo (BCE) Draghi pronunció en julio de 2012 salvando al euro.
Sobre los contornos del mandato del ex premier italiano existe aún poca claridad. Ciertamente, a Draghi le será pedido un trabajo adicional.
"Hay tres desafíos -trabajo, inflación y ambiente comercial- que llegan en un momento en el que pedimos a la industria encabezar la transición limpia. Debemos observar hacia adelante y establecer como permanecer competitivos mientras lo hacemos", explica von der Leyen.
El expremier, a menos de un año de su adiós al Palacio Chigi, vuelve así a tener un encargo oficial. Ello sucede en la vigilia de la discusión de los presupuestos del Estado que, luego de los ataques del gobierno al comisario Paolo Gentiloni, y con el hacha del déficit detrás del ángulo, se preanuncia por lo menos en subida para Italia.
Alguien, en los corredores de la Eurocámara, recuerda cuando Giorgio Napolitano decidió nombrar senador vitalicio a Mario Monti, pocos días antes de la formación de un gobierno técnico encabezado por el propio Profersor para conducir a Italia en la tempestad de la crisis de 2011.
"Todo es visto como una cierta narración, pero no la considero una iniciativa contra nosotros", aseguró Meloni a (Bruno) Vespa. La premier definió la llamada a Súper Mario como "una buena noticia", sazonada con un auspicio: "Presumo que puede tener una especial atención para nuestra nación...".
"Draghi es un recurso de Italia y hará seguramente bien también el trabajo que se le ha confiado", comenta el canciller Antonio Tajani.
Y aún así, en general, en la mayoría -y también en el M5S- la jugada de von der Leyen no parece calentar los corazones.
"¿Qué pienso? No pienso, buena suerte", liquida, por ejemplo, la cuestión Matteo Salvini. Diferente la reacción de los centristas y del PD. "Sueño que Draghi se convierta en presidente del Consejo Europeo", asevera Carlo Calenda.
"Las ideas de Draghi son aquellas de las que tiene necesidad la UE", es el elogio del democrático Brando Benifei. Mientras el jefe de grupo de Iv-Acción en el Senado, Enrico Borghi, observa: "Las recetas de Draghi están muy lejos de los melonomics".
En los últimos meses, el expremier había roto su silencio.
Antes, en junio, en el MIT de Boston, Luego con una lectio en Cambridge, en Massachussets. Y finalmente con un editorial pocos días atrás en The Economist.
En todas las tres ocasiones insistió en un único hilo conductor, el de una mayor integración europea y de un balance centralizado. Y quien sabe si su trabajo no hará contacto con el de otro expremier, Enrico Letta, encargado por la presidencia española de la UE de redactar un informe acerca del relanzamiento del mercado único.
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