Los números dan la dimensión de lo que sucede en Lampedusa, donde los desembarcos de inmigrantes son incesantes: en las últimas 48 horas han arribado a la isla casi 7.000 personas, más que el total de habitantes de Lampedusa, que tiene 6.000.
El alcalde Filippo Mannino, que junto con el ayuntamiento decretó por la tarde el estado de emergencia, lleva dos días sin cerrar los ojos: "Estamos cansados". Hay caos por todas partes: en el punto crítico (en el alberge de los llegados) hubo una multitud para agarrar las bolsas con comida y las botellas de agua distribuida por la Cruz Roja.
En el muelle de Favaloro, con 300 migrantes esperando traslados, los agentes antidisturbios tuvieron que realizar una acción de socorro. Los desembarcos en la isla son incesantes.
Un bebé de 5 meses no logró sobrevivir, se ahogó tras caer al mar junto con el resto de personas a bordo cuando la embarcación volcó en cercanías de una nave guardacostas, que se encontraba a unas decenas de metros de distancia dispuesta a rescatarlos. Otro grupo de náufragos también acabó ayer por la tarde en el agua después de que su embarcación chocara contra las rocas en la zona de Tabaccara: cuatro de ellos fueron salvados por dos jovencitas que regresaban de un viaje, y que se arrojaron al mar y nadaron hacia ellos con chalecos salvavidas.
Así, una vez pasada la temporada turística, la isla se ha convertido en una pesadilla y parece no haber salida porque las condiciones climáticas favorables están empujando las salidas desde Libia y Túnez. Los rescatistas y las fuerzas del orden están agotados. Algunos habitantes de Lampedusa ayudan a los operarios a asistir a los náufragos en el muelle de Favaloro, donde hoy se han vivido momentos de tensión entre las fuerzas policiales y los inmigrantes.
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La multitud se debió a que aquellos que debían ser subidos a los autobuses y trasladados al puerto no pudieron abrirse paso entre la multitud. Los policías, con equipo antidisturbios, se vieron obligados a realizar una carga de contención tras golpear el pavimento con sus escudos. Una vez que las cosas se calmaron, los migrantes se sentaron en el suelo sin protestar.
El traslado está regulado por una pulsera que los inmigrantes deben llevar para saber quién tiene prioridad porque desembarcaron antes que los demás. Los voluntarios de la Cruz Roja intentan atender a quienes llegan a Lampedusa, ofreciéndoles botellas de agua y un refrigerio. Muchos, sin embargo, prefieren nadar en el mar con chalecos salvavidas y chalecos improvisados, bajo la atenta mirada de la guardia costera que los invita a llegar a tierra. Hay muchas pequeñas embarcaciones esperando a desembarcar: desde la medianoche de hoy se han registrado 42 desembarcos, con más de 1.800 personas, la mayoría de las cuales terminaron en el hotspot (centro de aglutinamiento), donde la situación es dramática con casi 7.000 llegados, cuando la estructura tiene capacidad para albergar 400. Se teme por las condiciones higiénico-sanitarias.
Por la muerte del bebé de 5 meses, el alcalde Mannino declaró luto en la ciudad. La madre del recién nacido es originaria de Guinea, una menor de edad que viajaba, junto a otras 45 personas, en un barco que zarpó de la tunecina Sfax, junto a su hermana, su cuñado y su sobrino.
La barcaza, según reconstruyeron la Autoridad Portuaria y la policía, volcó porque los inmigrantes, al ver la patrullera de los guardacostas, casi todos se hicieron a un lado. El Ministerio del Interior trabaja para descongestionar Lampedusa: hoy fueron trasladados 1.650, mañana abandonarán la isla otros 3.750 y el viernes otros 2.270.
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