Recuperar esa ciudad sería un paso crucial para romper el corredor terrestre que conecta Rusia con Crimea desde que las fuerzas de Vladimir Putin conquistaron toda la costa ucraniana en el Mar de Azov.
Mientras, el balance de 18 meses de guerra estremece: ya habría medio millón de soldados rusos y ucranianos muertos o heridos en el campo de batalla.
Las defensas preparadas por Moscú, que protege el territorio ocupado a través de campos minados y trincheras, crean más de un problema y plantean interrogantes en Kiev y en las capitales occidentales sobre por qué una contraofensiva con el uso de cientos de miles de millones de dólares en armas y equipo militar no logra sus objetivos.
Desde Estados Unidos llega el "no comment" de Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Joe Biden, quien no aventura predicciones "porque la guerra, esta guerra, es impredecible".
No obstante, una nueva lluvia fría de la inteligencia estadounidense cayó unos días después de las disputas entre Kiev y la OTAN: el jefe de gabinete, Stian Jenssen, había dicho que Ucrania podría eventualmente ceder territorios a Rusia como parte de un acuerdo para poner fin a la guerra y unirse a la Alianza.
Jenssen luego se corrigió a sí mismo y el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, cerró la pregunta reiterando que solo los ucranianos deben decidir cuándo se darán las condiciones para iniciar las negociaciones de paz.
La sensación, sin embargo, es que hay un poco de fatiga, la llamada "fatiga de guerra". También porque la guerra lleva ya casi un año y medio y además de miles de millones también se queman vidas humanas. Según The New York Times, 500 mil soldados murieron o resultaron heridos entre las filas ucranianas y rusas. Un cálculo difícil de realizar teniendo en cuenta que Moscú tiende a bajar sus estimaciones y Kiev no reporta datos oficiales.
En tierra, Rusia informa que derribó otro dron con destino a Moscú durante la noche, pero la alarma, como de costumbre, provocó el cierre temporal del espacio aéreo sobre el aeropuerto Vnukovo de la capital. Los fragmentos habrían caído en el Expocenter sin causar víctimas ni daños significativos al edificio.
El ataque a la sede de la policía popular en Energodar, la ciudad que alberga la planta de Zaporiyia, ocupada por los rusos, parece haber ido bien. El servicio de inteligencia militar ucraniano (GUR) se lo adjudicó con un video afirmando que hirió a casi todos los líderes.
No está claro, sin embargo, si la mano de Kiev está detrás del incendio que se desató en un área de unos 1300 metros cuadrados del puerto ruso de Novorossiysk, en el Mar Negro, en el suroeste del país. Según los medios rusos, unos palets de madera se habrían incendiado, pero en los vídeos que circulan por la web se observa una gran humareda negra intercalada con algunas explosiones cuya naturaleza no está clara.
El puerto de Novorossiysk, por donde también pasan petroleros, había sido escenario el 4 de agosto del ataque al buque de desembarco Olenegorsky Gornyak, alcanzado y semihundido por un dron de la marina de Kiev con una carga de 450 kilos de dinamita.
Las fuerzas ucranianas esperan cada vez más la decisiva entrega de los F-16 que, sin embargo, tardarán en llegar, a la espera del entrenamiento de los pilotos en Kiev. Una coalición de 11 países de la OTAN comenzará a entrenarlos en agosto en Dinamarca y se establecerá otro centro en Rumania.
Estados Unidos ha dado luz verde a Copenhague y Amsterdam para enviar aviones de combate a Ucrania tan pronto como esto se complete.
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