El emblema del drama fue la foto de una madre y una hija que morían de hambre y sed en medio del desierto, una imagen que llamó la atención del mundo sobre el destino de los migrantes atrapados en la frontera, muchos expulsados de la ciudad tunecina de Sfax tras enfrentamientos xenófobos. Ahora, para esos cientos de personas parece haber un rayo de esperanza.
"Hemos acordado compartir la gestión de los migrantes en la frontera", anunció un portavoz del ministerio del Interior de Túnez tras una reunión entre los ministros de los respectivos países.
Los funcionarios de socorro dijeron que había tres grupos de alrededor de 300 inmigrantes en la frontera.
El portavoz del ministerio, Faker Bouzghaya, dijo tras la reunión entre el ministro del Interior libio, Imad Trabelsi, y su colega tunecino, Kamel Feki, que "Túnez se hará cargo de un grupo de 76 hombres, 42 mujeres y ocho niños".
Agregó que los migrantes ya han sido trasladados a centros de acogida en las ciudades de Tatouine y Medenine y han recibido asistencia sanitaria y psicológica, con ayuda de la Media Luna Roja Tunecina.
Según el acuerdo, Libia se hará cargo de los 150 migrantes restantes, dijeron fuentes humanitarias.
Por su parte, el ministerio del Interior del Gobierno de Trípoli se limitó a declarar en un comunicado que ya había cumplido su parte del acuerdo y "que no hay más inmigrantes clandestinos en la zona fronteriza entre Libia y Túnez", sin precisar dónde se encontraban transferidos ni sus condiciones.
Las ONG llevan años denunciando el trato que reciben los migrantes en el país norafricano.
En el origen de la pesadilla, el discurso del 21 de febrero del presidente tunecino, Kais Saied, que denunció la llegada de "hordas de inmigrantes ilegales" que, según él, habían "cambiado la composición demográfica" de su país.
Después de la muerte de un tunecino el 3 de julio en una pelea entre inmigrantes y lugareños, cientos de africanos subsaharianos fueron expulsados ;;de Sfax, que ahora se ha convertido en el principal punto de partida para los barcos que intentan llegar a Europa. En particular, a Lampedusa, frente a cuyas costas, el último naufragio costó la vida a 41 migrantes.
Muchos de ellos habían sido trasladados por la policía desde la ciudad portuaria hasta las abrasadoras fronteras de Túnez con Libia y Argelia, donde la ONU y muchas ONG denunciaron en un momento una situación dramática que afectaba a unas 2.000 personas.
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