Varsovia ha dado la voz de alarma por el presunto movimiento de un centenar de mercenarios del grupo Wagner desde Bielorrusia hacia el llamado Corredor Suwalki, un paso estratégico que conecta el enclave ruso de Kaliningrado con el país de Aleksandr Lukashenko, apretado entre dos estados miembros de la OTAN: Polonia y Lituania.
La milicia privada de Wagner sigue representando una amenaza para el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, según quien es "un paso hacia un nuevo ataque híbrido en territorio polaco". "Ahora -dijo- la situación es aún más peligrosa. Tenemos información de que más de 100 mercenarios del grupo Wagner se han desplazado hacia el corredor de Suwalki.
Probablemente estarán disfrazados de guardias fronterizos bielorrusos y ayudarán a los inmigrantes ilegales a ingresar al territorio polaco (...) pero quizás también intenten infiltrarse en Polonia haciéndose pasar por inmigrantes ilegales", añadió Morawiecki.
El Corredor Suwalki atraviesa Bielorrusia, estrecho y fiel aliado de Moscú, que en estos momentos albergaría al grueso del ejército privado de Yevgheny Prigozhin.
Prácticamente deshabitada, esta delgada franja de tierra de nadie es atravesada por una sola vía férrea y dos rutas y es señalada por los analistas como un potencial talón de Aquiles de la OTAN en la zona, pues si Moscú o quienquiera decide invadirla militarmente, podría convertirse en una cuña entre Polonia y los tres estados bálticos (Lituania, Letonia y Estonia).
En Ucrania, mientras tanto, la contraofensiva hacia el sur, en la región de Zaporiyia, gana terreno -aunque Moscú afirma haber infligido fuertes pérdidas al enemigo en la región- y apunta decididamente hacia Crimea, que según el jefe de inteligencia militar en Kiev, Kyrylo Budanov, será puesta en libertad "pronto". Según la inteligencia ucraniana, un depósito temporal de municiones de los ocupantes rusos fue volado en la noche entre el viernes y el sábado con granadas lanzadas por "saboteadores".
Pero, en tanto, en Zaporiyia dos personas murieron y otra resultó herida en un ataque con misiles rusos. El alcalde interino de la ciudad, Anatoly Kurtev, citado por Ukrinform, dijo que "un cohete enemigo impactó en un área abierta" y que "desafortunadamente, un hombre y una mujer murieron. Otra mujer resultó herida". Varios edificios, una institución educativa y un supermercado resultaron dañados como resultado del ataque.
Y hoy, en el día que Ucrania ha decidido dedicar a las fuerzas especiales, el presidente ucraniano Zelensky ha presentado sus respetos, visitando sorpresivamente a las tropas de élite en el punto avanzado del otro diente de la contraofensiva: el de Bajmut, todavía guarnecida por fuerzas rusas pero rodeada, aunque lentamente, desde el norte y el sur.
Bajmut había sido conquistada por los rusos -gracias a los milicianos de Wagner y a costa de decenas de miles de bajas- el pasado mes de mayo, y Kiev dedica muchas de sus energías a reconquistar esta ciudad, completamente destruida, deshabitada y de cuestionable valor estratégico, pero con un alto valor simbólico: por lo tanto, en los planes de Kiev, psicológicamente decisiva para la continuación de la guerra.
Moscú, por su parte, afirma haber alcanzado la sede de los servicios de seguridad con un misil de precisión el viernes por la noche en Dnipro, en el centro-este de Ucrania. Kiev admite que el objetivo fue alcanzado, pero denuncia que la explosión dañó un edificio residencial, con nueve civiles heridos, entre ellos dos menores.
Desde San Petersburgo, tras la cumbre con los países africanos, Vladimir Putin, que ha prometido grano gratis para varios países de ese continente (aunque el PMA -el Programa Mundial de Alimentos- informa que aún no ha llegado ninguna oferta concreta), afirma que ha recibido diversas propuestas de paz de sus interlocutores.
Pero la Unión Africana (UA) indica ue los países que participaron en la cumbre han pedido a Moscú que restablezca el acuerdo tripartito sobre el trigo con Kiev y Ankara y el paraguas de la ONU, del que recientemente se retiró unilateralmente. A Moscú, que en los últimos días está bombardeando duramente los puertos ucranianos en el Mar Negro desde donde partía la exportación de cereales, ha llegado también un nuevo llamamiento del presidente sudafricano Cyril Ramamphosa, tras el lanzado por el egipcio Al Sisi, países que disfrutan de buenas relaciones con el Kremlin.
La guerra en Africa entre Rusia y Occidente está, por lo tanto, en pleno apogeo, también gracias a la aportación del propio grupo de Wagner, que volvió a estar en ese continente en los planes geopolíticos de Putin tras la rebelión armada de finales de junio.
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