Cambian su aspecto continuamente, con una velocidad igual a la que muestran sus componentes al moverse, unirse, sorprender a la policía y luego regresar al anonimato en una manifestación.
Una ola de muy jóvenes desembarcó -con el enfado de la protesta por el asesinato de Nahel- en los grupos vestidos de negro y con el rostro cubierto.
La táctica fue desarrollada en la década de 1980 en Europa por activistas autonomistas en protestas antinucleares. Los bloques negros ganaron atención de los medios fuera de Europa durante las manifestaciones contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Seattle en 1999, cuando un bloque negro causó daños a propiedades de GAP, Starbucks, Old Navy y otros comercios de Seattle.
En la actualidad, esta táctica está asociada principalmente a movimientos anarquistas, autonomistas y fundamentalmente del movimiento antiglobalización presente en las manifestaciones que se desarrollan en diversas partes del mundo. En Francia, en los últimos días han germinado como hongos.
Un par de meses después de las últimas manifestaciones contra la reforma de pensiones, el panorama cambió completo: de hecho, ayer, en Nanterre, el grupo "black bloc" era muy numeroso, joven, móvil y completamente renovado en comparación con el pasado.
Maxime, que tiene experiencia en el sector, se dio cuenta y ahora ve a chicos de 14 años, incluso de secundaria, que llegan muy preparados y extremadamente "conectados", que responden llamadas de otros grupos en Snapchat.
Hoy, el presidente de Francia, Emmanuel Macron también lo notó, denunciando a esa red social y a TikTok por albergar convocatorias de manifestaciones violentas.
"Los grupos -explicó Maxime- son muy diferentes a los de la protesta contra la reforma de las pensiones. Por un lado, hay mucha gente muy joven, por otro, en estos días después de la muerte de Nahel, hay muchos chicos de los suburbios, mucho más acostumbrados a chocar con la policía, dispuestos a hacerlo". "Para nosotros, la lógica del movimiento es la única táctica para reaccionar ante la frustración -prosiguió el joven-, nuestra lógica es agotar las fuerzas del orden en todos los sentidos para derribar la dinámica del poder. Está bien cualquier cosa, cualquier cosa para hacer lío, incluso derribar un jarrón o la mesa de un restaurante está bien".
Ante un grito, los muchachos, que están agazapados en medio de los manifestantes normales, se ponen sus k-way -pequeño rompevientos de nylon- negros y pasamontañas y en un instante están en acción: golpean, prenden fuego a un basurero, tiran objetos, rompen escaparates y en unos segundos desaparecen. Y vuelven irreconocibles, en medio de la manifestación.
El elemento que los identifica y se está convirtiendo en objeto de culto es la mochila. "La mochila es la esencia misma del black bloc -prosiguió Maxime-, nosotros salimos, y ésa es la regla número uno, sin teléfono ni identificación".
"Dentro de la mochila tenemos un k-way negro que se puede poner y quitar en unos segundos, un pasamontañas o una bufanda negra, gafas de natación para protegerse de los gases lacrimógenos, gotas para los ojos o leche si el gas es excesivo".
El kit completo desaparece en la mochila al final del evento. Justo cuando desaparece el black bloc: "Todo el mundo se va y vuelve a su casa, a su trabajo, a su estudio. Black bloc no existe hasta la próxima manifestación", señala el protagonista.
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