Ese fue el escenario elegido por el presidente ruso para relanzar el desafío a todo el mundo, primero con un discurso de una hora y luego con una sesión de preguntas y respuestas de dos horas en la que también participó el presidente argelino Abdelmajid Tebboun, representante de un país aliado clave en el Mediterráneo y de esa parte del mundo que se niega a ponerse del lado de Occidente en el conflicto en curso.
La fase más oscura para la economía, argumentó el presidente ruso, fue el segundo trimestre de 2022, pero desde entonces "se ha producido una recuperación que hoy nos lleva a pronosticar un crecimiento del PIB entre el 1,5 % y el 2 % en 2023 con una inflación del 2,9%. Mejor que los países de la Eurozona".
Y en lo que respecta al campo de batalla, Putin no muestra dudas: la contraofensiva de Kiev no está dando ningún resultado, y no podrá continuar por mucho tiempo dadas las pérdidas de hombres y equipos: ya 186 tanques, incluidos los Leopardos.
suministrado por la OTAN, y 418 vehículos blindados de transporte de personal, incluidos los estadounidenses Bradley, desgranó. Y si los países occidentales también deciden suministrar los aviones F-16, solicitados en voz alta por el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, "también arderán", amenazó.
Frente a la audiencia, Putin dedicó un nuevo emotivo recuerdo a Silvio Berlusconi, a quien había calificado en los últimos días como "un verdadero amigo", pidiendo un minuto de silencio en su memoria. El Cavaliere fue "un líder de clase mundial", el presidente ruso todavía le rinde homenaje, poniendo especial énfasis en sus esfuerzos por acercar a Rusia y la OTAN.
Asimismo, lanzó un nuevo ataque contra Zelensky, a quien Putin define como "no un judío sino una desgracia para el pueblo judío", al menos según lo que supuestamente dijeron algunos de sus "amigos judíos" al líder ruso, un contrapunto que seguramente causará discusión.
El punto de partida lo proporciona una solicitud para aclarar cómo Rusia puede hablar de "desnazificación" de Ucrania, dirigida precisamente por un presidente judío. Putin responde que esperaba esta pregunta y por eso ha preparado unos videos que muestran a los judíos exterminados durante la Segunda Guerra Mundial en Ucrania (un millón y medio, precisó) "en primer lugar a manos de los Banderitas". Es decir, seguidores del nacionalista Stepan Bandera, aliado de Hitler contra la Unión Soviética, cuya figura ha visto una revalorización en los últimos años en términos antirrusos. Bandera y sus seguidores son hoy "héroes de Ucrania", aquellos a quienes "las autoridades ucranianas protegen hoy, y tenemos la obligación de luchar contra esto", argumentó Putin.
Luego, el presidente volvió a subrayar los peligros de una escalada, afirmando que la OTAN "está siendo arrastrada a la guerra". Y luego no descartó retomar el diálogo con Estados Unidos, pero con una advertencia: "Ahora Rusia tiene más armas nucleares que la OTAN, y les gustaría reducirlas, pero nada que hacer!", advirtió, anunciando que las primeras ojivas atómicas tácticas ya han sido trasladadas a Bielorrusia y el resto llegará a finales de año.
"Los cambios mundiales en todas las esferas no son temporales, sino profundos e irreversibles", argumentó con seguridad el zar. Cambios no solo militares, sino en el equilibrio económico. Las transacciones con China, por ejemplo, ya no son en un 80% en dólares sino en rublos y yuanes, subrayó.
Mientras a su lado el presidente argelino lo saludó como "amigo de toda la humanidad, amigo de todos los países del mundo".
Putin, que hoy se reunió también con el presidente de los Emiratos Arabes Unidos, Mohammed bin Zayed al Nahyan, recibirá mañana al sudafricano Cyril Ramaphosa junto a una delegación de otros jefes de Estado africanos. Ellos también pretenden hablar de paz, pero sobre todo reiterar que no quieren cortar las relaciones con Moscú.
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