(ANSA) - LUXEMBURGO, 09 GIU - "Todo parecía una montaña rusa
y se aprovechó el último precipicio para pasar la cuesta". En el
semi desierto Palacio de Congresos de Luxemburgo, el día D de la
migración se convirtió en el día siguiente: palmaditas en la
espalda y sabrosas anécdotas.
El punto de inflexión llegó con la introducción de la
cláusula de revisión del Pacto Migratorio. Porque la reforma es
un salto en el vacío y nadie sabe a ciencia cierta cómo se
pasará de los párrafos a los hechos. Luego están las
implicaciones políticas a tener en cuenta. Hungría y Polonia,
que votaron en contra, ya apuntan con fiereza. La premier
italiana, Giorgia Meloni, por su parte, juzga el acuerdo como
"un paso adelante" y señala que finalmente hay "un cambio de
prioridades" en la UE.
Pero empecemos con los perdedores. El primer ministro
húngaro, Viktor Orban, tronó en Facebook que "Bruselas está
abusando de su poder" porque quiere "reubicar a los inmigrantes
en Hungría por la fuerza y ;;esto es inaceptable". Así que
buenas pero también noticias falsas porque el acuerdo establece
el principio de "solidaridad obligatoria" pero las
transferencias siguen siendo voluntarias.
El primer ministro polaco Mateusz Morawiecki es más
fáctico. "La reubicación obligatoria -o la aportación económica
de 20.000 euros por persona- no resuelve el problema de la
migración pero viola la soberanía de los estados miembros:
Polonia no pagará los errores de las políticas migratorias de
otros países".
El proceso para llegar a la publicación del nuevo Pacto en
el Boletín Oficial es aún largo y, por otro lado, en Luxemburgo
el Consejo de la UE ha dado luz verde a solo dos elementos
cruciales de la reforma, que se compone de un mosaico de
asuntos.
Ahora, de hecho, la pelota pasa al llamado diálogo
tripartito, donde el Consejo, la Comisión y el Parlamento deben
encontrar el equilibrio y aprobar un texto común, que a su vez
debe ser aprobado por la Eurocámara y luego nuevamente por el
Consejo. Y esto vale para muchas otras piezas legislativas del
mosaico. Berlín, si bien define el acuerdo como un paso
"importante" para una solución "común y de apoyo" a la gestión
de la migración, habla abiertamente de "píldoras amargas a
tragar" y espera que el diálogo tripartito "mejore" el paquete,
especialmente en el frente de las garantías y los derechos
humanos.
La parte relativa a la posibilidad de realizar traslados a
terceros países -así como la inclusión de familias con niños en
los centros de internamiento previstos para el procedimiento
rápido, cuya naturaleza no está clara- es visto como humo y
espejos por los Verdes e incluso hay quienes, en Luxemburgo,
plantearon la hipótesis de posibles "crisis gubernamentales"
para Olaf Scholz.
Italia llegará al diálogo a tres bandas con un premio que
defender: superar el reglamento de Dublín. Incluso en Roma son
conscientes de que el texto puede mejorarse pero, de momento, el
objetivo es sobre todo no permitir que empeore. Luego vendrá la
dificilísima prueba de la Eurocámara.
El acuerdo recibió el respaldo del líder del PPE (Partido
Popular), Manfred Weber, pero la reacción de los socialistas fue
mucho más tibia. Y entre los eurodiputados demócratas se habla
abiertamente de un "acuerdo decepcionante". Para Meloni luego
está el obstáculo de los aliados del PIS, el partido del
gobierno polaco que se sienta con la FDI ((Fratelli d'Italia,
Hermanos de Italia) en el grupo ECR (conservadores y
reformistas). Por el momento, el riesgo de una ruptura
sensacional está a la vuelta de la esquina.
En resumen, nada se ha cerrado en Luxemburgo, si algo se ha
abierto. Aquellos países -incluyendo Italia pero no solo- que
presionaron para una mayor atención a la dimensión externa notan
cómo por primera vez, con el fondo de proyección de la UE
aplicado por solidaridad, se crea un vínculo claro con la
dimensión externa interna.
Y si acaso, todavía queda el Consejo Europeo de finales de
junio para añadir otros elementos al panorama, como la acción
para combatir los flujos ilegales y la ayuda a los países
africanos. La historia final del Pacto está prácticamente por
escribirse. (ANSA).
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