Y "el comienzo de la contraofensiva ucraniana", como la definen los medios de prensa occidentales, también tuvo repercusiones en Jerson, sumergido bajo el agua a lo largo de 600 kilómetros cuadrados, donde ya hay al menos 6 muertos confirmados. El área fue visitada por Volodimir Zelensky, quien fue recibido por bombardeos rusos que hirieron al menos a nueve personas de la población inundada. Una acusación que coincide con la que hicieron los ocupantes prorrusos en la otra orilla del río Dniéper desbordado, según la cual las fuerzas de Kiev hirieron a dos civiles con cañonazos.
Hay una alerta en la planta de Zaporiyia, que según los ucranianos no recibiría suficiente agua de la presa. Por la noche, sin embargo, es el Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) la que se asegura de que la central sigue enfriándose.
En el frente, la situación es confusa: los propios ucranianos admiten que encuentran "fuerte resistencia" por parte de los rusos, que reaccionan por todos los medios, obligándolos a luchar "por cada metro". Pero aunque algunos medios estadounidenses citan fuentes militares ucranianas anónimas para apoyar el inicio de la ansiada contraofensiva, apoyada en armas y equipos occidentales, las fuentes oficiales en Kiev se limitan a calificar la situación como una intensificación de los combates, presentada más bien como "acciones de defensa activa" por parte de los rusos.
Los combates se están produciendo en el sur, en la región de Zaporiyia, donde supuestamente los ucranianos están empujando hacia el frente de Orikhiv y donde el enemigo", según ha escrito la viceministra de Defensa ucraniana, Hanna Malyar, "está activamente a la defensiva".
La situación es obviamente opuesta a la descrita por el ministro de Defensa ruso, Serghei Shoigu, según la cual las fuerzas de Moscú "rechazaron un intento de romper el frente en la provincia de Zaporiyia", matando al menos a 350 soldados enemigos y 30 tanques. Las fricciones más feroces con los rusos están en cuatro direcciones, todas al este, en el Donbass: en Lyman, en Bakhmut, en Avdiivka y en Marinka, en el frente de Donetsk.
Solo en Bakhmut, según Serghy Cherevaty, portavoz para los ejércitos orientales, las fuerzas de defensa ucranianas "avanzaron 1.600 metros por los flancos sur y norte" de la ciudad mártir, reconquistada hace unas semanas por los milicianos del grupo Wagner y donde los rusos "resisten ahora ferozmente con la artillería".
Cohetes y cañonazos también llovieron sobre la región catastrófica de Jerson, inundada por la presa destruida de Nova Jakovka, con la habitual reprimenda de acusaciones: al menos nueve civiles, entre ellos un policía y dos trabajadores de la defensa civil ucraniana, heridos por una serie de disparos rusos. La artillería llovió poco después de la visita de Zelensky.
"En Jerson, visité un punto de vadeo donde las personas están siendo evacuadas de las áreas inundadas. Nuestro trabajo es proteger vidas y ayudar a las personas tanto como sea posible. Gracias a los rescatistas y voluntarios! ¡Gracias a todos los involucrados en esta tarea!", dijo el presidente ucraniano, quien se reunió con rescatistas y víctimas de las inundaciones, estrechó manos y visitó a algunos heridos en el hospital, calificándolos a todos de "héroes".
Seis personas ya han sido confirmadas muertas, ahogadas en el agua y lodo inundados por el Dnipro, cinco de ellos en la zona de la presa colapsada y uno en un pueblo a orillas del río en Mykolaiv, es decir, fuera de la ola principal de inundación.
Además del espectro de enfermedades y minas desenterradas en el lodo, también está el del potencial desastre de la central nuclear de Zaporiyia, ocupada por los rusos y ya amenazada repetidamente por la guerra, que alimenta su sistema de refrigeración con agua de la cuenca del Dnipro, que lentamente desemboca en las llanuras aguas abajo. Según el director de la empresa estatal Ukrhydroenergo, Igor Syrota, el nivel del agua está "por debajo del punto crítico de 12,7 metros". Lo que significa que ya no puede abastecer "los depósitos de la planta de energía nuclear para enfriar la planta".
Sin embargo, la AIEA niega efectivamente la alarma e informa que la planta de energía "sigue bombeando agua de enfriamiento del embalse de Jakovka".
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