Se trata de dos señales que generan optimismo en el frente italiano en vísperas de la misión de la premier italiana, una visita rápida por la mañana que tiene un doble objetivo.
Por un lado, desbloquear las ayudas europeas (500 millones de euros) y al menos una parte de los casi 2.000 millones de dólares que puso sobre la mesa el Fondo Monetario Internacional (FMI); por el otro, sacar de Saied un poco de flexibilidad sobre las reformas que el FMI pone como condición (el fin de algunos subsidios a la gasolina y la harina, el recorte del gasto de los empleados públicos, para limitar la deuda) y que el presidente tunecino rechaza dictados como inaceptables.
La visita estuvo precedida de un trabajo diplomático en el que desde hace meses participan la propia premier y el canciller Antonio Tajani.
"Hoy Túnez está en dificultades -explicó la premier-. Vive una situación muy delicada porque corre el riesgo de un incumplimiento financiero y claramente si cae el gobierno tunecino viviremos un escenario absolutamente preocupante. Y es en este escenario que están trabajando".
Tras la llamada telefónica del viernes pasado, Meloni se reunirá con Saied y luego con Najla Bouden Ramadan (también la primera mujer primera ministra de su país): se abordarán las relaciones entre Italia y Túnez (próximamente también unidas por una línea eléctrica submarina de 200 km), pero sobre todo se hablará de las ayudas internacionales y el tema decididamente entrelazado de los flujos migratorios.
Un tema sobre el que el presidente tunecino propuso una conferencia de alto nivel entre los países afectados, entre el norte de Africa, el Sahel, el Sáhara y el Mediterráneo.
Desde marzo, el gobierno italiano denuncia la alarma de Túnez con el temor de una catástrofe humanitaria, con 900.000 refugiados potenciales.
"El próximo Consejo de la Unión Europea (UE)", a finales de junio, "debe actuar de inmediato", auguraba Meloni en el G7: en Japón habló al respecto con el presidente francés, Emmanuel Macron, con Kristalina Georgieva, directora general del FMI, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Unos días después, en la cumbre de la Comunidad Política Europea, también tuvo un acuerdo trilateral con la propia von der Leyen y el primer ministro holandés, Mark Rutte, quien tiene una línea similar a la de Meloni sobre el dossier migrante, y no descartó la posibilidad de un viaje juntos a Africa.
Así nació esta misión italiana (conocida por todas las cancillerías de la UE), una nueva etapa africana después de Argelia y Libia. Un camino también ligado a Piano Mattei, que será presentado en octubre.
La gestión del expediente Túnez puede llegar a ser emblemática.
La primera ministro está convencida de que en este momento se necesita más pragmatismo que rigidez hacia Túnez.
El objetivo, explicaron fuentes italianas, no es paralizar el proceso, sino buscar un compromiso sobre las reformas para reestructurar la economía.
Deben estar "calibrados a las necesidades sociales de la población", dijo Tajani, quien por la tarde habló con su homólogo tunecino, Nabil Ammar, y en los próximos días se reunirá en Washington con Georgieva.
La esperanza italiana es que llegue una señal tranquilizadora desde Túnez sobre el deseo de un acuerdo equilibrado.
Saied es el jefe del único país que salió de la primavera árabe con una democracia, pero cada vez más frágil.
Respondió con cara dura a aquellas cancillerías que criticaron la detención del histórico líder del partido islámico tunecino, Ennhadha Rached.
El tema de los derechos civiles no es ajeno a las tensiones que frenaron el financiamiento del FMI.
En Túnez, dijo Patrick Zaki al diario la Repubblica, "es evidente una preocupante deriva hacia la dictadura".
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