(ANSA) - ZAPORIYIA, 26 APR - Una alarma antiaérea recordó a
Zaporiyia que la guerra continúa, a pesar del calor primaveral y
de los niños jugando con la fuente en la plaza Mayakovsky, con
la que se trataba de dar una señal de normalidad en la ciudad a
unas decenas de kilómetros del frente y cerca de la mayor
central nuclear de Europa, ahora en manos rusas, en medio de los
temores de un posible accidente, "más grave que el desastre de
Chernobyl", 37 años después de aquel 26 de abril de 1986.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, subrayó que
Ucrania "no permitirá que nadie descuide la memoria" de ese día
y, en el aniversario de la catástrofe, llamó al director general
de la OIEA, Rafael Grossi, para reiterar que "solo el pleno
control ucraniano de la central nuclear de Zaporiyia protegerá
al mundo de un nuevo desastre".
Hoy, de hecho, los temores se concentran mucho más al sur,
a orillas del Dnipro.
"La planta de Zaporiyia es tan grande que si algo sucediera
sería mucho peor que Chernobyl", dijo a ANSA el alcalde de la
ciudad, Anatolii Kurtiev.
"Comparto las preocupaciones de Europa. En este momento, es
el mayor temor aquí", a menos de 50 kilómetros en línea recta de
Energodar, la localidad que alberga la planta.
Durante meses se habló de crear una zona desmilitarizada
allí, "pero los rusos no son constructivos en el diálogo y no
hay avances positivos".
"La única salida es una contraofensiva rápida que despeje el
área alrededor de la planta. Por eso estamos esperando armas
occidentales, muchos países han dicho que las enviarán, pero el
proceso aún está en curso", subrayó Kurtiev.
"Naturalmente, hemos preparado un plan de evacuación",
porque la situación es riesgosa. Sin duda, es una batalla. pues
la implantación no ayudaría a reducir los riesgos".
"Para ello necesitamos armas tecnológicamente avanzadas que
nos permitan una contraofensiva precisa".
Así, ahora la ciudad aguarda la contraofensiva para aspirar
a la paz y está dispuesta a hacer su parte-
"Haremos todo lo que esté a nuestro alcance", prosiguió.
Ayudar a Ucrania "es una inversión en la seguridad de
Europa", añadió, en declaraciones que también aludieron a
aquellos políticos italianos que, en su opinión, "están tratando
de conseguir apoyos a través de la guerra entre Rusia y
Ucrania".
"Me gustaría decirles que si perdemos , Europa será el
próximo objetivo de (Vladimir) Putin".
Por el momento, la situación en la ciudad es estable, según
Kurtiev.
"No hay miedo a la ofensiva rusa, pero los misiles están
dentro del alcance de la ciudad y, a veces, llegan antes de que
suene la alarma. También por eso "la gente ya no huye a los
refugios. Desafortunadamente, el tiempo ha enseñado a la gente a
vivir en guerra", dijo a ANSA el obispo auxiliar de Donetsk,
Maksym Ryabukha.
Su parroquia greco-católica, en las afueras, alberga un
"punto de invencibilidad" y espacios para niños, incluso una
escuela italiana.
"Todos esperamos el éxito de la contraofensiva con mucha
confianza, porque para nosotros la paz significa volver a las
fronteras ucranianas de 1991. Otra paz para nosotros es
inaceptable", subrayó el religioso.
"Porque para Rusia no se trata de territorios sino de
aplastar al pueblo ucraniano, es un genocidio".
El papa Francisco "debe apoyar al mundo entero y su
preocupación por tratar de crear un equilibrio es clara. Sin
embargo, cuando pensamos en la situación aquí es muy diferente
desde la perspectiva externa".
La guerra "no fue iniciada ni querida por Ucrania" y "no hay
ningún razonamiento humano que pueda justificar a los rusos. Mi
tierra no me la dio ninguno de los políticos, sino Dios, y los
rusos no son Dios".
En medio de tanto sufrimiento, aquí "la gente sueña con una
Ucrania sin guerra", aseguró el padre Maksym.
"No sólo vivimos oprimidos en el dolor, sino que todos
tratamos de ver la luz dentro de esta situación. Esta es una
gran señal de esperanza", dijeron numerosas personas que
abarrotan las calles de la ciudad.
Pero basta pasar por la muy céntrica via Soborny, y por un
un edificio destruido por una bomba rusa, para recordar que
todavía no hay paz en la ciudad. Enfrente, Victoria escribía un
mensaje en su smartphone. Quizás a su novio, que aún vive en
Energodar, la ciudad de donde se escapó.
Victoria regresó a Ucrania hace solo unos días, después de
pasar diez meses en Italia. "Agradezco a su país por acogerme",
pero "fue muy difícil para mí estar fuera de casa", conteó.
Cuando tomaron Energodar, "tratamos de resistir, pero luego
tuve que huir. Mi novio, sin embargo, se quedó. La vida es
terrible allí, los soldados rusos pueden detenerte y revisar tu
teléfono para ver si hay comunicaciones o aplicaciones
ucranianas", relató Victoria, quien no le teme a un accidente
nuclear y sólo quiere regresar a su casa.
"Vivimos con la maleta, estamos listos para volver a
Energodar en cuanto el ejército la libere. Mi prometido nos está
esperando", añadió. (ANSA).
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