Recrudecen las protestas por tema jubilaciones

Igualmente difícil que el gobierno caiga.

(ANSA) - PARIS, 17 MAR - La Concordia, donde en tiempos de la Revolución se recortaba el contorno de las guillotinas, es ahora un lugar símbolo de la revuelta contra la reforma de las jubilaciones querida por Emmanuel Macron: luego de una reunión improvisada la noche del jueves para protestar contra la decisión del gobierno de eludir al Parlamento y los graves choques que siguieron, la histórica plaza volvió a ser centro de la disconformidad.
    Grupos de manifestantes, muchos jóvenes, y siempre más "gilet gialli" (chalecos amarillos) se concentraron en la mayor plaza parisina. A pocas decenas de metros, de la otra parte del Sena, la blindada Asamblea Nacional, donde el gobierno desafió la rabia popular alimentando el fantasma de la "confianza" para hacer pasar una ley que impone el aumento de la edad jubilatoria de 62 a 64 años, rechazada por el 70% de los franceses.
    La llamarada de protestas de la noche del jueves concluyó con graves daños y más de 300 detenidos en todo el país, 258 solamente en París. Pero parece solamente el comienzo de otra temporada de revueltas y justamente por ello las autoridades se muestran preocupadas por la reaparición de muchos líderes "gilet gialli" entre los manifestantes.
    En el frente político, se afilan las armas para el choque del lunes, cuando la oposición intente optimizar la última oportunidad institucional que le queda: hacer caer al gobierno de Elisabeth Borne que, en la caída, arrastraría consigo también la denostada reforma.
    Por ahora fueron presentadas dos mociones de censura: una de Rassemblement National de Marine Le Pen, que no tendría los votos de la izquierda, la otra -más estratégica- de parte del pequeño grupo de diputados independientes Liot. La suscribió también la alianza de izquierda, Nupes, con el consiguiente retiro de la mención de los de Mélenchon de France Insoumise, que desistió para dirigir el máximo de los votos a Lito.
    El objetivo es aún difícil, pues todavía con la totalidad de votos de Marine Le Pen a Jean-Luc Mélenchon, y agregando una cuota de Républicains "desobedientes" a la cumbre aliada del gobierno, se está incluso lejano de los 287 votos necesarios: faltarían entre los 25 y los 15 votos, según los últimos conteos difundidos por el sitio de Le Figaro.
    En el terreno, los líderes sindicales ya declararon otra jornada de movilización para el jueves próximo, esperando revertir la tendencia de las últimas semanas a la baja participación.
    Los sectores en los que la huelga "a ultranza" declarada el 7 de marzo está aún funcionando son sobre todo los de la limpieza urbana (10.000 toneladas de residuos infestan París, también si desde hoy partieron las prestaciones) y el de la energía.
    El CGT, uno de los sindicatos más importantes, anunció el parate de tareas en la refinería TotalEnergies di Normandia.
    Fuera de servicio además el más grande establecimiento de almacenaje de gas de Europa, el de Chémery: el flujo se redujo a 70.000 metros cúbicos por hora, "técnicamente el mínimo para no dañar las máquinas". Y en EDF (Eléctricité de France) restan los piquetes, con apagones "programados".
    El resto, aunque con algunos sinsabores, continúa funcionando, incluidos los transportes que son tradicionalmente el sector que pone de rodillas al país y que, esta vez, tiene una tasa de adhesión al paro que no crea mayores contratiempos.
    Zaga de los desórdenes de la vigilia, en la mañana en el Périphérique, la autopista de París, grupos de adherentes a la CGT bloquearon en repetidas ocasiones el tráfico, siempre más denso en las primeras horas de la mañana. A más de las proclamas de los sindicatos -hasta ahora siempre un bloque unitario- se aventuró Mélenchon, que hoy "alentó" las "movilizaciones espontáneas en todo el país". Con la decisión de eludir al Parlamento "hemos alcanzado nuestro objetivo -aumentó- este texto no tiene legitimidad alguna, quien se rebela tiene la razón". (ANSA).