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De blitz ruso fallido a guerra sin fin

El punto militar del conflicto, en juego el este de Ucrania

MOSCU, 23 febrero 2023, 13:07

Redaccion ANSA

ANSACheck
El Aeropuerto Antonov, en Hostomel, a menos de diez kilómetros al noroeste de Kiev fue, en los días inmediatamente posteriores al inicio de la invasión rusa Ucrania, donde se desarrolló la batalla destinada a marcar profundamente el destino del conflicto.
    Aquí las tropas rusas vieron fracasar su plan para capturar la capital, y un mes después se retiraron de la región. Desde entonces, las hostilidades se han concentrado en el sur y el este del país, convirtiéndose gradualmente en un conflicto de desgaste muy diferente al bombardeo que tenía en mente Moscú.
    El 24 de febrero de hace un año, las tropas rusas entraron en Ucrania desde la frontera de Bielorrusia en el norte, la frontera de Crimea en el sur y la frontera rusa en el este y el noreste.
    Las Fuerzas Aerotransportadas de Moscú atacaron el aeropuerto Antonov con el objetivo de convertirlo en una cabeza de puente para la conquista de Kiev. Pero los ucranianos estaban preparados para responder.
    Según declaró más tarde el jefe de los servicios secretos militares, Kyrylo Budanov, el día anterior les alarmó Denys Kireyev, un banquero y agente de inteligencia destinado a ser asesinado unas dos semanas después por los mismos servicios en Kiev porque estaba sospechado de jugar un doble juego.
    Después de una feroz batalla, las fuerzas de Moscú lograron conquistar el aeropuerto que, sin embargo, ahora estaba demasiado dañado para ser utilizado.
    Y a fines de marzo, Moscú anunció la retirada de sus tropas de la región de Kiev, sancionando la renuncia a la conquista de la capital, mientras las negociaciones ruso-ucranianas parecían ir por buen camino.
    Los rusos, que en el apogeo de su expansión habían llegado a controlar el 27% de Ucrania, ocupan hoy entre un 15% y un 20%, tras haber tenido que retirarse de la región de Járkov a fines del verano boreal y luego, en noviembre, por la de Jersón, incluida la capital.
    A lo largo de la costa del Mar Negro, al oeste de Crimea, no se materializó una posible ofensiva para capturar Odesa y luego llegar a Transnistria, una autoproclamada república independiente prorrusa en el territorio de Moldavia. Un escenario que habría significado el colapso de Ucrania.
    El frente, en cambio, cristalizó a lo largo de mil kilómetros al este de la propia Crimea, en las provincias de Jersón y Zaporiyia, y luego hacia el norte, en las de Donetsk y Lugansk.
    Al anexar oficialmente estos cuatro oblasts, Moscú ocupó toda la costa del mar de Azov, que conecta Donbas con Crimea.
    Pero gran parte de los territorios de estas provincias aún escapan a su control.
    La conquista de las provincias enteras de Donetsk y Lugansk aún tomará "entre un año y medio o dos", predijo Yevgeny Prigozhin, jefe de la milicia privada Wagner que está al frente de la batalla de Donbas.
    Rusia parece, pues, prepararse para un conflicto de larga duración, pero la ofensiva iniciada en las últimas semanas demuestra que no pretende ceder en sus objetivos. El primero son las conquistas de las localidades de Vulhedar y Bakhmut (Artyomovsk en ruso), tras hacerse con el control de la de Soledar.
    "Artyomovsk y Soledar tienen un significado muy importante, son un Stalingrado en miniatura", dice Yuriy Podolyaka, un conocido bloguero y analista militar ucraniano prorruso.
    En el otro frente, el corresponsal de guerra pro-Kiev Yuriy Butusov sostiene que aún más importante es la batalla por Vulhedar, un nudo de comunicaciones que los rusos quieren conquistar para evitar que los ucranianos lo transformen en un trampolín para una posible contraofensiva hacia el sur, en dirección a Crimea.
    De hecho, para los rusos es vital que consoliden sus posiciones a lo largo del mar de Azov avanzando hacia el norte, en las provincias de Jersón y Zaporiyia, precisamente para proteger Crimea y garantizar su suministro de agua, en particular desde la presa de Kajovka, que Kiev había cortado a la península tras su anexión por Rusia en 2014.
    Así que si Odesa es la línea roja que Kiev debe defender a toda costa para mantener el acceso al Mar Negro, también lo es Crimea para Moscú, protegiendo un Mar de Azov transformado en un lago ruso.
    No es casualidad que los recurrentes bombardeos con misiles contra la infraestructura de muchas ciudades ucranianas comenzaran después del ataque con camión bomba del 8 de octubre que destruyó parcialmente el puente sobre el estrecho de Kerch que conecta la península con el territorio ruso.
   

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