La ex piloto veneciana Giulia Schiff, de 24 años, se casó en Ucrania, dejó de combatir y ahora fundó una asociación humanitaria con su marido, en el pasado un camarada.
De aquel debatido "bautismo de vuelo" cinco años atrás, que terminaba en la piscina de la base aeronáutica de Latina, hasta las largas travesías en el frente en el Donbás para asistir a los militares que combaten contra Vladimir Putin. En el medio figuran nueve meses de soldado verdadero en Ucrania hasta el estallido de la guerra, donde ella no llevó puesta otra cosa que el uniforme, la única excepción por un día es el vestido blanco.
Giulia Schiff, que en Italia algunos años antes como alumna de la Academia de Pozzuoli había denunciado ser víctima de mobbing (acoso moral) y hostigamiento, ahora vive en Dniéper con Victor, de 29 años, israeli-ucraniano, a quien conoció en mayo pasado en la legión extranjera.
"Estábamos juntos en primera línea -narra Giulia, quien en su dedo lleva el anillo de matrimonio civil celebrado el día de San Valentín-. El había venido de Israel, donde dejó sus negocios para defender su patria que es Ucrania, luego a causa de los daños sufridos por el impacto de las bombas debió hacer una pausa".
"Para estar cerca de él, en noviembre renuncié a todo. Pero no dejamos de ir al frente. Ahora fundamos una organización de beneficencia. Se llama "Cloud Walker", ofrece ayuda a los soldados, en los hospitales y hasta las personas ancianas sin alimentos que se hallan acampando en las inmediaciones de la central nuclear de Zaporiyia.Y hay en vista otros tantos proyectos, como el de crear un hospital móvil y montar un orfanato. Todo esto gracias un fondo humanitario", explica Giulia.
Y esta es la tercera vida de Giulia, luego de la de combatiente, 2021 marcó el primer momento decisivo: el Consejo de Estado confirmó su expulsión definitiva de la Aeronáutica militar, al rechazar el recurso de Schiff, que sostenía que la verdadera expulsión del Cuerpo no era la ausencia de aptitud militar y profesional sino el hecho de haber denunciado actos de hostigamiento.
Entre estos, sostiene Giulia, el rito de bautismo de vuelo, mostrado en un video de 2018 en el que se observan cachetazos y azotes sufridos antes de terminar en una piscina. Una tradición goliárdica de aquel día, según sus palabras, tomó un rumbo diferente.
Luego en 2022 comenzaron los bombardeos sobre Kiev y la joven veneciana parte con la legión internacional: ella, que debió aceptar el fin del sueño de aviadora, en pocas semanas se convirtió en "Kida", abrazando el fusil en el equipo Masada y en la 59 brigada del ejército, enrolada por le ministerio de Defensa ucraniano en las fuerzas de tierra y en las unidades de las fuerzas especiales, en primera línea para misiones de reconocimiento y en la infantería mecanizada en los tanques.
Hasta noviembre pasado.
"Ahora Victor, nombre de batalla 'Wolf', y yo concluimos nuestros contratos militares y aún en uniforme vamos al frente a llevar ayudas. Permaneceremos aquí, donde la gente dice que soy más ucraniana que otros connacionales suyos".
En mayo Giulia y Victor volverán por algunos días a Italia, a Verona: "Haremos la ceremonia religiosa de nuestro matrimonio y llevaré el vestido blanco". Para la esposa soldado Italia sigue siendo el lugar donde realizar sueños, esta vez en tul y botas.
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