Una de sus últimas declaraciones es que como presidente bombardearía Moscú por invadir Ucrania y que no dudaría en hacerlo con China si ésta atacara Taiwán, sorprendiendo a algunos de los donantes en una recaudación de fondos.
Así lo reveló el Washington Post al reconstruir las ofertas hechas por el magnate para convencer a sus seguidores de abrir sus billeteras.
Probablemente sea una cuestión de arrebato, de fanfarronería, dado que hasta ahora Donald ha seguido diciendo que con él la guerra en Ucrania nunca habría comenzado porque Vladimir Putin lo respeta y que Biden está conduciendo al mundo hacia la tercera guerra mundial. mientras que él resolvería el conflicto en dos días.
Trump ha sido más amenazador con Taiwán, pero siempre ha confiado en su relación con Xi Jinping y en su capacidad para imponerse ante el líder chino, como ya demostró al desencadenar la guerra arancelaria. En cualquier caso, sigue siendo un aislacionista, un no intervencionista, contra Estados Unidos como el "policía del mundo".
Tanto es así que amenaza incluso con la salida de la OTAN o el abandono a su suerte de los países que no pagan lo que les corresponde. O intervenir contra la nueva ayuda del Congreso estadounidense a Kiev. El propio Putin parece estar a la espera de las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre, con la esperanza de la victoria de Trump y el debilitamiento del frente occidental.
Pero el magnate es siempre impredecible y ambiguo, incluso en política exterior. En junio de 2022, después de elogiar al líder del Kremlin tras la invasión de Ucrania, llegó incluso a plantear la hipótesis de tal broma: poner la bandera china en los F22 estadounidenses y bombardear Rusia, culpando a Beijing.
"Entonces empezarán a pelear entre sí y nos sentaremos y miraremos", dijo a los donantes republicanos en un evento en Nueva Orleans.
El WP afirma que el magnate solicita cheques de seis cifras a cambio de políticas favorables a sus benefactores. A principios de mes, en el hotel Pierre de Nueva York, un empresario le había ofrecido un millón a cambio de un almuerzo, pero él respondió que no se sentaría a la mesa por menos de 25 millones.
Pidió a algunos directores generales de las grandes petroleras que recaudaran mil millones para revocar las medidas de Biden en los sectores extractivo y medioambiental.
Una de sus principales promesas es mantener los recortes de impuestos que su rival dejaría expirar a principios de 2025.
Estas solicitudes superan los límites establecidos, flexionando la ley sobre financiación de campañas. Y cuestionan una sentencia de 2016 del Tribunal Supremo, según la cual es ilegal prometer una acción gubernamental específica a cambio de una contribución. Pero una investigación de la comisión electoral federal, estancada con tres demócratas y tres republicanos, parece difícil.
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