El hombre de los pantalones cortos entra en el agua, sube, duda un momento y luego baja, se sumerge en la bañera, entre aplausos de los presentes. ¿En la piscina? No: entre los mármoles del siglo XVIII de la Fontana de Trevi, uno de los símbolos que significan Roma en todo el mundo.
Ocurrió el jueves por la noche y el video filmado por un testigo llegó a los ojos del Consejero de Turismo de Roma, Alessandro Onorato, quien se enfureció y dijo basta: “Un espectáculo indecente, pura barbarie. Ha llegado el momento de establecer una limitación de acceso”.
“Esperamos ayuda concreta de los ministerios de Cultura e Interior”, agregó.
Una de las hipótesis es pensar en la posibilidad de introducir un número limitado al menos en la parte más interna de los escalones que dan a la fuente, también teniendo en cuenta que, sobre todo en épocas de máxima afluencia turística en la capital, la zona es a menudo un lugar colmado.
Para el resto de la plaza, sin embargo, lo discutiremos con las autoridades competentes. La práctica de bañarse, posiblemente vestido, en la Fontana de Trevi tiene naturalmente un origen artístico en la escena más icónica de la 'Dolce Vita' de Fellini.
Pero lo que puede ser un culto en la pantalla grande es una gran falta de civismo en la vida real.
Las multas son elevadas, al menos 450 euros más el Daspo, pero no es raro que alguien se sienta como una nueva Anita Ekberg, con mucho menos encanto.
La última fue una mujer el pasado mes de junio: un policía tuvo que meterse al agua para recuperarla y golpeó tanto al agente como a uno de sus compañeros.
Pero en realidad, cada verano -basta con hojear los archivos- Roma reúne una galería de buceadores y nadadores que deciden, ya sea en broma, o por despreocupación, calor o ganas, de un cuarto de hora de fama, para sacar dos golpes en Acqua Vergine.
Casi invariablemente termina de la misma manera: un policía de tránsito con el agua hasta los muslos agarra al vándalo y lo saca.
Y no solo en Trevi: las crónicas de verano recuerdan piscinas improvisadas en las piscinas de Santa Maria in Trastevere, Piazza Navona, Piazza Venezia.
En Trastevere, el año pasado, una pareja llegó a utilizar una fuente renacentista para operaciones de higiene personal mucho menos atléticas.
Ciertamente, sin embargo, es la Fontana de Trevi la que más efecto tiene, también por el posible rebote internacional de los videos: una mala publicidad para la ciudad, así como un riesgo concreto para monumentos de valor incalculable.
De ahí la reacción de Onorato, que también es concejal de deportes pero que evidentemente prefiere ver clavados en el Foro Itálico. “Ya no es tolerable el enésimo turista que se burle del patrimonio histórico-cultural de nuestra ciudad y de nuestras normas. Debemos estudiar las soluciones más adecuadas con la Prefectura, Superintendencias y ministerios competentes”.
“Las multas de ya no basta la vigilancia y múltiples apelaciones al sentido común. Los turistas no pueden hacer lo que quieran impunemente, se necesita respeto y debemos preservar de verdad los lugares más preciados del mundo. Este no es el turismo que merecemos y necesitamos”, subrayó.
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