Lo dijo el ministro de Finanzas, Grant Robertson, en una entrevista con los medios locales el domingo.
Robertson comentó que espera cifras comparables a las del terremoto de Christchurch de 2011, que costó unos 13.000 millones de dólares neozelandeses, o unos 7.600 millones de euros.
"Es claro que la devastación de infraestructuras, viviendas y comercios es muy significativa", reconoció el ministro. El ciclón destruyó huertos, viñedos y cultivos agrícolas en algunas de las regiones más productivas de Nueva Zelanda.
Las carreteras resultaron dañadas y miles de residentes se quedaron sin electricidad ni agua potable.
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