(ANSA) - MOSCU, 06 FEB - Una explosión en los bosques de
Kaluga, a 180 kilómetros al suroeste de Moscú, hizo temer
posibles ataques mayores de las fuerzas ucranianas en territorio
ruso, justo cuando Estados Unidos se prepara para suministrar a
Kiev misiles de largo alcance.
Según el gobernador local, fue un dron el que explotó, pero
no se proporcionaron detalles sobre el episodio, ni los
ucranianos estuvieron directamente implicados.
No es la primera vez que este tipo de incidentes ocurren en
esta región. El pasado mes de octubre un dron se estrelló en un
aeropuerto y una semana después otro fue derribado por las
defensas aéreas rusas. En ambos casos, según las autoridades
locales, no se reportaron daños ni víctimas.
También esta vez, subraya el gobernador, Vladislav Shapsha,
no hubo víctimas porque la aeronave explotó a 50 metros del
suelo en un bosque cercano a las afueras de la ciudad.
Sin embargo, los pensamientos inevitablemente vuelven al
pasado 5 de diciembre, cuando dos ataques con drones alcanzaron
otras tantas bases aéreas estratégicas en lo profundo del
territorio ruso: el de Dyagilevo, en la región de Ryazan al
sureste de Moscú, y el de Engels, en la región de Saratov.
Las fuerzas de defensa aérea rusas dijeron que habían
interceptado el avión no tripulado, cuyos fragmentos habían
caído al suelo, causando tres muertos y cuatro heridos entre los
soldados en Moscú.
Estados Unidos, principal proveedor de armas de Kiev, no
deja de subrayar su oposición a cualquier ataque en territorio
ruso que pueda suponer una escalada del conflicto ucraniano.
En los últimos días, sin embargo, cedieron a las demandas
del presidente Volodímir Zelensky al anunciar que se están
preparando para entregar misiles GLSDB guiados por GPS a las
fuerzas ucranianas que pueden alcanzar objetivos a 150
kilómetros de distancia, casi el doble del alcance de 80
kilómetros de los cohetes disparados por los sistemas Himars ya
suministrados por Washington a Kiev.
Al agradecer a Estados Unidos, el ministro de Defensa de
Ucrania, Oleksii Reznikov, aseguró que las nuevas armas no se
utilizarán para "disparar en territorio ruso" sino solo contra
"unidades rusas en territorio ucraniano".
Estas promesas no son suficientes para aliviar los temores
de Rusia, que también está reforzando sus defensas en torno a la
capital.
A fines de enero, por cierto, en las redes sociales
circularon varias fotografías que, según los autores, mostraban
la colocación de nuevos sistemas de defensa aérea en edificios
de la capital, incluido el ministerio de Defensa.
También son preocupantes las posibles acciones encubiertas
de tropas ucranianas de élite en territorio ruso. Precisamente
el domingo The Guardian dedicó un artículo a las actividades del
batallón Bratstvo, una unidad de voluntarios de las fuerzas
especiales ucranianas que operan más allá del frente.
Sus operaciones de alto secreto irían desde el secuestro de
altos funcionarios del gobierno hasta la destrucción de
infraestructura militar clave y el derribo de aviones. Pero, por
su propia admisión, el primer objetivo es de naturaleza
psicológica, que es enviar un mensaje a Moscú de que ninguna
parte del territorio ruso puede considerarse segura. (ANSA).
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