En ese año, de hecho, Turquía fue sacudida por dos violentos terremotos: el primero, con una magnitud de 7,8, llegó en julio y causó un número estimado de víctimas entre 5.000 y 10.000; el segundo, de magnitud 8, mató a unas 8.000 personas a mediados de agosto.
Para Siria, un terremoto comparable se remonta a 1202, con una magnitud estimada de 7,6.
A nivel internacional, los sismos de esta intensidad son naturalmente relevantes, pero están precedidos por la larguísima lista de sismos de magnitud 8 y 9, hasta el más violento jamás registrado, el de magnitud entre 9,4 y 9,6, ocurrido en 1960 en Chile.
Hubo 14 terremotos violentos de magnitud igual o superior a 9 que se han producido en el mundo desde 1604, cuando Alaska fue sacudida por uno de magnitud 9,2; sin embargo, el más fuerte jamás registrado fue el que el 22 de mayo de 1960 sacudió a Chile, en Valdivia, con una magnitud de 9,4 y que provocó un tsunami que alcanzó las costas de Hawai, Japón, Filipinas, el este de Nueva Zelanda, el sureste Australia y las Islas Aleutianas.
De los temblores de magnitud 8 o mayor, hasta el momento se registraron 31. El más violento ocurrió en la década de 1700 en el Pacífico, con una magnitud estimada de al menos 8,7. A este segundo grupo pertenece también el terremoto más violento registrado en Turquía, el de agosto de 1668, que había sacudido Anatolia, la misma zona en la que la tierra tembló hoy.
Turquía y Siria también están presentes en el ranking de terremotos que más víctimas se han cobrado en la historia: 250.000 se estimaron cuando la tierra tembló en Turquía en el 526 y 530.000 los del terremoto que sacudió Siria unos años después, en el 533.
Punto de encuentro de tres placas continentales y atravesado por dos grandes fallas, Turquía es un país con un alto riesgo sísmico y en su historia ha habido decenas de sismos de magnitud igual o mayor a 7.
En el siglo XX hubo 13 y el que ocurrió hoy es el tercero del siglo XXI, después del de magnitud 7,2 en 2011 y el de magnitud 7 de 2020.
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