Tres años después, prima la decepción

País en recesión. Pero Sunak desafía las protestas

(ANSA) - LONDRES, 31 GEN - Las sombras del estancamiento económico y la protesta social, alimentadas también por otros factores domésticos e internacionales, se ciernen sobre un Reino Unido que consume sin estridencias -más en un ambiente de conmemoración que de celebración- el tercer aniversario de la entrada en vigor, el 31 de enero de 2020, del acuerdo de divorcio de la Unión Europea.
    Acuerdo de "retirada", en lenguaje burocrático, que -tras largas negociaciones y la ratificación de los parlamentos- selló el accidentado camino de la desvinculación de Londres tras la victoria de "Leave" (partir) sobre el "Remain" (permancer) en el referéndum de junio de 2016 con un corte bastante limpio; pero cuyas consecuencias siguen discutiéndose y recriminándose, como confirma la decepción generalizada en las encuestas sobre las promesas incumplidas del Brexit y sobre los magros resultados obtenidos hasta el momento.
    Todo mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebaja a Gran Bretaña en sus datos recién actualizados al rango de único país del G7 destinado en las previsiones a un año de recesión en 2023, antes de la recuperación.
    Auténtico "Brexiteer", el joven nuevo premier, Rishi Sunak -primer inquilino de origen indio en el Número 10 y tercer jefe de gobierno tory de una legislatura sazonada con escándalos y disturbios internos, que ya le costaron su escaño al artífice del "triunfo" de hace tres años, Boris Johnson, y luego a la efímera Liz Truss-, se limitó para la ocasión a difundir unas líneas escritas marcadas por un desalentado optimismo.
    Mensaje en el que -cerca del aniversario de sus 100 días como primer ministro- insiste "en la inmensa oportunidad" que la salida de la UE debe ofrecer a la economía de la isla en el futuro, comprometiéndose a explotarla para dar "más poder al pueblo británico y a las empresas"; y no sin evocar horizontes de mayor desregulación y competitividad salpicados de puertos libres o zonas francas.
    Sin embargo, los destinos magníficos y progresivos todavía no se concretan.
    Por ahora la desilusión es rampante, sondeos de opinión en mano. Uno de los últimos acredita los sentimientos mayoritarios de "Breget" -neologismo de segundo grado resultante de la unión de "Brexit" y "regret" (arrepentimiento)- en 647 de los 650 distritos electorales de todo el Reino Unido. Incluidos muchos de esos históricamente euroescépticos.
    Sin embargo, esto no parece traducirse, al menos por el momento, en una ola de esperanzas de reincorporarse a la Unión Europea, un objetivo que, según otra encuesta publicada el fin de semana por I, una revista en línea nacida de una rama del Europhile Independent, es invocado por no más del 43% de los entrevistados, permanentemente por debajo de la mayoría absoluta.
    Esta tendencia se refleja en la negativa expresada no solo por el Partido Conservador, sino también por la oposición laborista a reabrir cualquier debate sobre la problemática hipótesis de un regreso formal a Bruselas en esta etapa; o incluso sólo al mercado único o a la unión aduanera.
    La oposición laborista, cuyo líder neomoderado, Keir Starmer, confiado en poder llegar a Downing Street a fines de 2024 y decidido a evitar el resurgimiento de cruzadas electoralmente divisivas, no va más allá de la promesa de "mejorar las relaciones" con la UE a través de formas de "alineamiento dinámico" normativo independiente que se evaluará sector por sector.
    En tanto, ya se aprecian avances, con Sunak a la cabeza, en un compromiso con los 27 respecto a la modificación del controvertido protocolo sobre Irlanda del Norte.
    El impacto en el Reino Unido de la actual crisis económica-energética-bélica global, y las repercusiones de la pandemia del Covid, contribuye en todo caso -entre un 10% de inflación y disputas salariales desencadenadas por huelgas de millones de trabajadores de decenas de categorías contra un gobierno que lucha por detener el colapso del consenso que golpeó a los conservadores en los últimos meses- a alimentar un invierno de descontento.
    Esto en un contexto nacional en el que las convulsiones posteriores al Brexit, las barreras comerciales, el efecto del fin de la libertad de circulación sobre la disponibilidad de mano de obra europea, crucial en varios sectores, amenazan inevitablemente con hacer que el escenario sea más grave que en otros lugares: según. Según dictamina el Fondo Monetario Internacional (FMI) con una recesión estimada de 0.3 a 0.6% para la isla.
    Se trata del único país -más allá del estímulo de una previsión de alto crecimiento para 2024 del 0,9% y el reconocimiento a Sunak de que va "por el buen camino", tras los azares fiscales del paréntesis de Truss- señalado con un signo menos para el año en curso. Tanto entre el G7 como contando los llamados países emergentes, Rusia incluida. (ANSA).