Crece en Italia y la Unión europea la ofuscación y las protestas contra el régimen de Irán, que decidió hoy la aplicación de la cuarta pena de muerte contra manifestantes.
"Italia y la Unión Europea deberían adoptar para Irán las mismas sanciones que están aplicando a Rusia y apoderarse de los bienes de los oligarcas iraníes y sus hijos que están presentes en Occidente", pidió Mansoureh Tarkeshi, una iraní de 70 años, que desde hace 44 vive en Italia.
"La masacre en curso en Irán solo puede detenerse si se golpea el corazón económico de los pasdaran, las fuerzas armadas del gobierno", subraya la mujer a ANSA, en diálogo desde su casa en Foligno un antiguo pueblo de Perugia (Umbría), centro de Italia.
"Todos los centros culturales islámicos dirigidos por iraníes y las embajadas iraníes también deben cerrarse, se necesita una fuerte acción de aislamiento", agrega.
Tarkeshi -más conocida en su comunidad como Sury- ostenta una historia de lucha política que comienza con la revolución de 1978. "Cuando salimos a las calles para que el país se convirtiera en una república democrática, pero pronto nos dimos cuenta del retorno del ayatolá Ruhollah Jomeini, que nos habría hecho retroceder siglos y habría marcado el fin de la libertad de los iraníes y en especial de las mujeres", deslizó.
Sury llegó a Umbría precisamente en los meses más difíciles de la revolución a instancias de su padre "porque temía por mi vida". "Yo era un exaltada y por eso prefirió enviarme a Italia", prosigue Sury. "En Foligno me casé, tuve un hijo, tres nietos y trabajé como enfermera durante 25 años en los hospitales de la región pero nunca dejé de luchar, aunque sea remotamente, por la libertad de Irán. Ahora es el momento de ser menos tímidos con los líderes iraníes: el gobierno italiano, Europa y los Estados Unidos de América deben actuar para defender a nuestras niñas y niños que son torturados y asesinados todos los días", enfatizó.
"No necesitamos una intervención armada pero sí necesitamos golpear económicamente a los que gobiernan y no suministrarles más armas", acotó Sury, quien se mostró "lista" para regresar a su ciudad natal, Teherán, para protestar junto a los jóvenes.
"Mis cuatro hermanas que todavía viven allí me desaconsejan eso y me dicen que soy más útil en la lucha hablando a distancia, pero si es necesario volveré a Irán". "Venceremos, ganaremos la democracia y la libertad", concluyó.
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