Moscú, por su parte, no muestra gran sorpresa. La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Maria Zakharova, responde con un tono aparentemente indiferente: "Ya lo sabíamos", señala, aunque aclara que se trata de instructores y "especialistas" en lugar de tropas en combate.
Mientras tanto, Moscú se muestra cauteloso ante el llamado del Papa a Kiev para que tenga "el coraje de la bandera blanca" y negocie la paz, una petición que fue rechazada duramente por Ucrania. La posición de Francisco es "bastante comprensible" para el Kremlin, que culpa a Ucrania por la falta de negociaciones.
A nivel internacional, se suman críticas de Polonia y Estonia, además de la OTAN, EE.UU. y la UE, quienes respaldan la resistencia de Ucrania.
Jens Stoltenberg, Secretario General de la OTAN, subraya: "La rendición no significa paz, debemos seguir apoyando a Ucrania".
Mientras tanto, desde Washington, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional indica que el presidente Joe Biden "respeta profundamente al Papa Francisco y se une a él en oración por la paz".
Sin embargo, añade: "Desafortunadamente, seguimos sin ver signos de que Moscú quiera poner fin a esta guerra, y por eso estamos comprometidos en apoyar a Kiev en su defensa contra la agresión rusa".
Sikorski, el ministro polaco, no especifica la procedencia de los militares de la OTAN presentes en Ucrania ni sus funciones, y deja dudas sobre si se trata de tropas en combate o de asesores y técnicos que colaboran con los ucranianos en el uso de armas sofisticadas proporcionadas por la Alianza.
La portavoz rusa Zakharova parece inclinarse por esta última hipótesis, y señala que "detrás de todo esto están Washington y Londres", quienes reclutan a los países de la OTAN y la UE para una "guerra híbrida" contra Rusia.
Aunque Moscú niega la presencia de tropas en combate, denuncia la existencia de "mercenarios" provenientes de unos cincuenta países, incluyendo Estados Unidos y Reino Unido.
El Kremlin menciona "discusiones cada vez más amplias" sobre el posible despliegue de tropas de combate de la OTAN, y advierte sobre las peligrosas consecuencias de esta medida.
Viktor Orban, primer ministro húngaro, también vuelve a hablar de guerra tras su polémico encuentro con Donald Trump en Florida. Asegura que Trump "no dará un centavo" a Ucrania si es reelegido presidente y predice que la guerra terminará, ya que, según él, Kiev no puede sostenerse por sí misma.
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