(ANSA) ROMA - Italia se ubica en el último lugar en una comparación con el Reino Unido, Alemania y España en movilidad sostenible en ferrocarril, es decir, metro, tranvía y trenes suburbanos, revela el informe "Desplazamientos urbanos especiales" de la ONG Legambiente, publicado como parte de la campaña Ciudades Limpias.
La principal falla es la falta de infraestructura y, por tanto, las ciudades italianas están cada vez más amenazadas por el tráfico y el smog. Roma, por ejemplo, se encuentra entre las peores ciudades europeas en términos de infraestructura ferroviaria y de metro.
Los datos hablan claro, afirma Legambiente: en Italia la longitud total de las líneas de metro se detiene en poco menos de 256 kilómetros, lejos de los valores de Reino Unido (680,4 km), Alemania (656,5) y España (615,6).
El número total de líneas de metro en Italia es inferior o comparable al de ciudades europeas individuales como Madrid (291,3) o París (225,2). En cuanto a tranvías, en Italia hay 397,4 kilómetros, muy lejos de los 875 de Francia y sobre todo de los 2.042,9 de Alemania.
Situación similar ocurre con los ferrocarriles de cercanías, los que utilizan cada día muchos viajeros desde los suburbios, donde Italia tiene una red total de 740,6 kilómetros, mientras que la de Alemania es de 2.041,3, 1.817,3 en el Reino Unido y 1.442,7 en España.
Entre las ciudades, Roma se encuentra entre las peores de Europa en términos de disponibilidad de vías de metro: 1,43 kilómetros por cada 100.000 habitantes, frente a otras capitales como Londres (4,93), Madrid (4,48), Berlín (4,28).
En el frente de las inversiones ferroviarias, el informe destaca que Italia ha hecho muy poco y prefirió invertir en carreteras. En 2023, no se ha inaugurado ni un kilómetro de nuevos tranvías, mientras que la única incorporación al tramo metropolitano se refiere a la apertura de un nuevo tramo de la M4 en Milán.
Y si repasa el pasado reciente, de 2016 a 2023 apenas se construyeron 11 kilómetros de tranvía y 14,2 kilómetros de metro, con una media anual de 1.375 kilómetros y 1.775 kilómetros respectivamente, muy lejos de lo que sería necesario para cubrir la distancia con la infraestructura promedio europea.
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