El primer ministro israelí continúa así ante la evidente intolerancia, si no la abierta oposición, del presidente estadounidense Joe Biden, que definió la respuesta de Israel a los atentados del 7 de octubre como "exagerada".
Netanyahu informó a los ministros del gabinete político de la próxima "operación masiva" en la última ciudad de la Franja antes de Egipto, cuyo punto de partida podría ser la cercana Khan Yunis, donde continúan los combates. "No es posible -explicó el jefe del gobierno israelí- lograr el objetivo de eliminar a Hamás y al mismo tiempo dejar cuatro de sus batallones en Rafah".
Luego añadió que está "claro que una operación masiva en Rafah obligará a desalojar a los civiles de las zonas de combate". El primer ministro habló de un "doble plan": uno para la eliminación de los batallones de Hamás y el otro para la evacuación de la población civil.
Por este motivo, ordenó al aparato de defensa que preparara medidas para evacuar a los cientos de miles de civiles de Rafah, en cuya gobernación, según Unicef, "hay 600 mil niños".
El Ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, informó anoche a su homólogo estadounidense, Lloyd Austin. Una elección dictada por las reacciones iniciales de Washington, que había afirmado no saber nada de la decisión, aunque la definía como un presagio de "un desastre humanitario".
Gallant reiteró a Austin el deseo de alcanzar "los objetivos de la guerra, la destrucción de Hamás, la liberación de los rehenes" e ilustró "la evolución de la guerra".
La reacción del jefe de la Casa Blanca fue dura, calificando la conducta militar de Israel de "una respuesta exagerada". Biden explicó que presionó "para permitir que la ayuda humanitaria entrara en Gaza. Convencí a Netanyahu, presioné fuerte" pero "todavía hay muchas personas inocentes muriendo de hambre, mujeres y niños inocentes que necesitan ayuda desesperadamente".
Sin embargo, la presión estadounidense no parece surtir efecto sobre el gobierno israelí, al igual que la vehemente condena de la Autoridad Nacional Palestina de Abu Mazen a la intención de atacar Rafah: "Es un peligroso preludio a la aplicación de la política israelí encaminada a desplazar al pueblo palestino de su tierra", acusó la presidencia de Ramalá.
"La noticia de una ofensiva militar israelí sobre Rafah es alarmante -tuiteó también el alto representante de la UE, Josep Borrell-. Tendría consecuencias catastróficas, empeorando la ya desastrosa situación humanitaria y el costo insoportable para los civiles".
En cambio, la reacción de Biden fue acogida con satisfacción por Egipto, que se encuentra al otro lado de Rafah y que hizo saber que había reforzado las medidas de seguridad en el cruce con la Franja. Sin embargo, desde hace algún tiempo El Cairo -donde continúan las conversaciones para una nueva propuesta de alto el fuego- ha aumentado la protección a lo largo de toda la frontera con Israel con el objetivo de impedir el paso al Sinaí de los refugiados palestinos que huyen de la guerra.
En el día 126 del conflicto, el ejército continuó atacando Rafah desde el cielo: Al Jazeera informó de "al menos 8 personas muertas y otras 18 heridas en ataques a dos casas" en la ciudad.
Entre las víctimas, según la agencia palestina de noticias WAFA, se encuentran "al menos tres niños". En medio del enfrentamiento cada vez más amargo entre Israel y la ONU, el presidente de la Knesset (parlamento), Ami Ohana, anunció que había cancelado una reunión en Nueva York con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. "Quería intentar persuadirlo, pero ayer -dijo Ohana- volvió a llamar a Israel para que detuviera los combates y lo criticó. Hay causas perdidas y líneas rojas".
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