Cinco camiones con los medicamentos destinados a la población de la Franja están rumbo a Gaza. Pero la llamada "operación fármacos", nacida de una mediación entre Qatar y Francia, no fue fácil. Y avivó el clima ya muy tenso en el gobierno israelí con un nuevo enfrentamiento entre el premier israelí, Benjamin Netanyahu, y el ministro del Gabinete de Guerra, Benny Gantz.
Chispas que se habrían intensificado también en la delicada cuestión de los rehenes con Netanyahu, que habría decidido estrechar las líneas rojas con Hamás -reportaron los medios- sin informar a Gantz y al ministro del Gabinete, Gadi Eisenkot.
Un clima de alta tensión interna mientras Israel podría tener que enfrentarse sobre el terreno a un nuevo frente, el del Líbano.
"Estamos listos a combatir" con la probabilidad de una "guerra en esta región mayor que en el pasado", subrayó el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, durante una visita a las tropas en la frontera al término de una vasta ejercitación.
Sobre la operación fármacos, el líder de Hamás, Moussa Abu Marzuk -cuya organización reiteró el rechazo a la solución de dos Estados- advirtió que el acuerdo no prevé ningún control por parte de Israel del cargamento de fármacos de los camiones.
Y reivindicó -como motivo principal de la adhesión de la facción islámica al pacto- que gracias al acuerdo "mil de cajas" serían entregadas a los palestinos, a cambio de "una sola para los rehenes".
El asunto, sin embargo, se complicó cuando Netanyahu fue atacado por las protestas de los ministros de derecha radical de su gobierno como Itamar Ben Gvir no solo por las palabras de Hamás, sino también por el temor de que algo más pudiera ocultarse en ese pasaje de medicinas a Gaza.
Frente a las protestas, Netanyahu respondió que no se ocupó de los "detalles" y que la "decisión técnica" de no inspeccionar los camiones había sido tomada por el ejército y las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, fue el ministro Benny Gantz quien replicó al primer ministro: el "gabinete de guerra" era responsable del acuerdo y el ejército no tenía nada que ver.
Un duro enfrentamiento que acabó con la decisión de hacer controlar los cinco camiones detenidos en el paso israelí de Kerem Shalom, antes de dar luz verde a la entrada, por Rafah, del cargamento destinado a cuatro hospitales de la Franja.
El material es vital tanto para los 132 rehenes israelíes en Gaza como para la población ahora exhausta que corre el riesgo de tener que afrontar una nueva emergencia: la hepatitis A que, según el ministerio de Salud de Hamás, se está propagando en los campos de desplazados debido a la "superpoblación" y por "la falta de higiene".
Condiciones generales de sufrimiento que la ONU abordará en una reunión el próximo 22 de enero.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, admitió que la relación con Israel es "compleja y desafiante" recordando que en tres meses de guerra nunca pudo hablar con Netanyahu.
Reforzando la intransigencia de la facción islámica, el líder de Hamás en el extranjero, Khaled Meshal, después de haber expresado su negativa a la Solución de dos Estados, resaltó que, especialmente depsués del 7 de octubre, la "gran mayoría del pueblo palestino" quiere "una Palestina desde el mar al río y desde el norte al sur" sin las fronteras del 67.
El ejército israelí sigue en tanto martillando con los ataques el norte y el sur de la Franja, en especial Khan Yunis.
Los muertos -según Hamás- llegaron a los 24.448. Y la tensión continúa siendo explosiva también en Cisjordania: en dos operaciones en Nablus y en Ultkem dirigida contra los milicianos locales, murieron -según Wafa- ocho palestinos.
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