La petición fue presentada por Pretoria el pasado 29 de diciembre ante la Corte Internacional de Justicia, el principal órgano judicial de Naciones Unidas, provocando diversas reacciones internacionales -e indignación de Israel- y será discutida mañana y el viernes en dos audiencias públicas en el Palais de la Paix de La Haya.
La primera jornada estará dedicada a los argumentos de la acusación, que serán ilustrados por la delegación sudafricana, encabezada por el ministro de Justicia, Ronald Lamola, e integrada por un equipo de diplomáticos, abogados y políticos internacionales como Jeremy Corbyn, el exlíder laborista británico acusado reiteradamente de antisemitismo en su país.
Según Sudáfrica, Israel viola la Convención contra el Genocidio, que ratificó en 1950. En particular, se lee en las 84 páginas presentadas en La Haya, "los actos y las omisiones de Israel tienen carácter de genocidio porque van acompañados de la intención específica necesaria para destruir a los palestinos de Gaza como parte del grupo racial y étnico más amplio de los palestinos".
Pretoria también acusa a Israel ante el Corte de Justicia (que dirime las disputas entre Estados, mientras que la Corte Penal Internacional persigue la responsabilidad individual) de no cumplir "sus obligaciones de prevenir el genocidio, ni de procesar" a los responsables de "incitación directa y pública a cometer genocidio", como exige la Convención.
En la demanda, Sudáfrica pide, por tanto, al Tribunal de imponer "medidas cautelares" (que serían vinculantes) como ordenar a Israel que cese las matanzas y "los graves daños físicos y mentales infligidos" a los palestinos de Gaza y que permita el acceso de la ayuda humanitaria a la Franja.
Todas acusaciones que Israel atribuye de "infundadas".
El viernes le tocará entonces a su equipo de abogados, entre ellos el británico Malolm Shaw, explique las razones de la guerra de Israel en la Franja.
"No hay nada más atroz y absurdo" que la demanda presentada por Sudáfrica, anticipó el presidente israelí, Isaac Herzog, mientras que justo en vísperas de la audiencia, el gobierno de Benjamin Netanyahu abrió una página web "para mostrar al mundo algunos de los crímenes contra la humanidad cometidos por Hamás".
"Mañana compareceremos ante el tribunal de La Haya", explicó la oficina del primer ministro, "este sitio ayudará al Estado de Israel en su misión de recordar al mundo que somos víctimas del acontecimiento terrorista sin precedentes que hemos vivido".
Al lado de Israel se puso Estados Unidos, así como Gran Bretaña. Al tiempo que especulaba con la posibilidad de que "Israel podría haber violado el derecho internacional de Gaza", el ex premier Tory y actual ministro de Exteriores, David Cameron, criticó la medida sudafricana: "No creo que sea útil, ni siquiera justa -declaró-. Corresponde a los tribunales definir el término genocidio, no a los Estados. Nuestra opinión es que Israel tiene el derecho de defenderse", pero para el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, se trata de un deber moral, "una cuestión de principio".
Su partido, el Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela, sostiene la causa palestina comparándola con su propia lucha contra el apartheid.
Según muchos analistas, la decisión de recurrir al Tribunal Internacional vino dictada, en clave interna, por la necesidad de recuperar el sentido en vista de las elecciones generales de 2024, demostrándose fiel a sus principios. Y su plan internacional por la voluntad de aumentar su propia influencia, como miembro de los BRICS, a favor del sur global.
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