La designación del general como jefe del GSI representa una derrota para un ala de ministros y asistentes del jefe de Estado que predican una desmilitarización del gobierno y un mayor rol de la policía federal y de los agentes de la seguridad pública.
La renuncia de Dias -hombre de confianza de Lula- también había reavivado la discusión sobre el futuro del GSI, que se había vaciado desde principios de año tras los hechos del 8 de enero.
En los últimos dos meses, el dicasterio perdió dos de sus posiciones principales.
La agencia de inteligencia brasileña (Abin), anteriormente subordinada al GSI, comenzó a responder a la Casa Civil.
Mientras que también la seguridad del presidente y el vicepresidente ya no la llevan a cabo exclusivamente los militares, sino que ahora la lleva a cabo principalmente la policía federal.
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