El "nono" fue "el creador del dibujo animado 10 años antes que Walt Disney", como le gusta recordar a su primer nieto, Héctor Cristiani, de 79 años.
A Quirino Cristiani, autodidacta, que "tuvo un fugaz paso por Bellas Artes, de pequeño ya le gustaba el movimiento en el dibujo y se iba al zoo con una libreta para mirar los movimientos de los monos", cuenta.
Uno de sus primeros trabajos fue "hacer caricaturas en una mesa fuera de un campo de diversiones a la gente y si la hacía en menos de un minuto le pagaban y como era muy rápido todos le daban dinero".
Su bisnieta, Liliana Cristiani, recuerda que "en cualquier reunión de familia siempre estaba haciendo caricaturas".
Quirino Cristiani llegó con cuatro años a Buenos Aires con sus padres y hermanos desde Santa Giulietta (Lombardía), donde nació en 1896.
Su padre quería que fuera médico pero él con 7 años ya "pintaba por las paredes de la casa" y con 19 fue contratado por el italiano Federico Valle, que tenía un estudio de cine, para dibujar caricaturas políticas, que se proyectaban en los cines al final del noticiero y que enseguida tuvieron mucho éxito.
Valle le dijo que el cine es movimiento, así que "mi abuelo creó el movimiento en el dibujo, lo que ahora se llama stop motion, pero de forma analógica. Hacía dibujos articulados y se hacían fotos de cada movimiento".
Con esta técnica Cristiani dirigió en 1917 el considerado primer largometraje de animación del mundo, "El apóstol", sátira política sobre el entonces presidente argentino Hipólito Yrigoyen.
Para el filme, del que no quedan copias debido a un incendio en 1926, hizo 58.000 dibujos.
"Todo lo que hizo era de política de Argentina, quizás por eso no trascendió mucho fuera", como "Peludópolis", primer largometraje de animación sonoro, también sobre Yrigoyen.
Walt Disney le ofreció trabajo en su viaje a Argentina en 1941 pero lo rechazó porque "le iba a decir lo que tenía que hacer". Cristiani "siempre trabajó solo. En 40 años nunca lo vi enojado, tenía un carácter bonachón", cuenta su nieto.
"Fue precursor de muchas cosas. En 1915 ya era vegetariano, nunca más comió carne, fundó una playa nudista y se bañaba desnudo. Si hubiera sido por él habría quedado más en el anonimato. Su tardío reconocimiento tiene que ver con su perfil bajo", explica la bisnieta.
Fue un historiador italiano, Giannalberto Bendazzi, quien rescató su historia en los años 70 y escribió dos libros sobre su vida.
Creados en 2017, los Premios Quirino de la Animación Iberoamericana, que se celebran estos días en Tenerife (Canarias), recibieron su nombre porque "pensamos que no podía ser que no se conociera al primer creador", cuenta a ANSA su directora, Bea Bartolomé.
"Además, él quiso hacer sus proyectos, no los de otros y no quiso mirar a Estados Unidos", subraya. En 1981 montó por única vez en avión para visitar Santa Giulietta y recibió un telegrama de bienvenida a Italia del entonces premier Sandro Petrini.
Una de sus últimas cintas, de 1941, "Entre pitos y flautas", recuperada hace dos años, fue proyectada hoy en los Premios Quirino ante la presencia de su nieto y su bisnieta, que no pierden la esperanza de encontrar alguna copia de "El apóstol".
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